31.

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Al día siguiente tuve que rogarle a Angélica que se disculpe para que pudiéramos tener un almuerzo en paz.

—Pero no lo entiendo. Hice un par de comentarios de su cabello, pero eran solo para ayudarla.

La miré con una ceja alzada, a lo que puso los ojos en blanco.

―Ay, son todos tan sensibles... de acuerdo, me voy a disculpar. Pero todavía puedo recomendarle un buen acondicionador, ¿Verdad?

Golpeé la palma de mi mano contra mi frente, frustrado.

―Esto no va a funcionar, no con esa actitud.

Hizo un puchero y suspiré. ¿Por qué tenía que ser tan mimada?

―Me disculparé sinceramente. ―dijo, con mayor seriedad, cruzando los brazos y mirando a un lado.

Wow. Debía estar desesperada.

―Gracias.

―Lo que sea― se encogió de hombros.

Mucho más relajado, caminé junto a ella hasta la mesa del comedor. Cuando nos ven llegar, todos dejaron de hablar, mirando fijamente a la ex porrista junto a mí.

―Hola chicos. Angélica tiene algo que decir.

Hubo unos segundos de silencio antes de que ella suspirara, ―sí, de nuevo―, y se sentara frente a Josephine, mirándola a los ojos en todo momento.

―Lo siento, Jolie.

―Jossie. ―corrigió, con los ojos entrecerrados y críticos.

―Si, Jose, lo siento por los comentarios que hice y pueden haberte ofendido... Mejor dicho, comentarios que pueden haber sido ofensivos. ―pude verla mucho más sobria, más honesta. ―No estuvieron bien y admito que fueron malintencionados, porque yo... quiero decir... ―tragó y me miró por unos segundos, supongo que en busca de apoyo. Le asentí, alentándola a continuar. Ella regresó la mirada a Jossie, más determinada ―Mira, sé que hay muchas mujeres que son mejor que yo, y no puedo aceptarlo. ―se mordió el labio y pensó un momento en qué decir a continuación. ―Creo que te molestaba a ti y a otras chicas porque necesitaba sentirme superior. Como académicamente no tenía forma de hacerlo, intenté aumentar mi autoestima denigrándote con comentarios que no van al caso... ¿Podrías disculparme?

―Fuiste muy desagradable. ―la acusó Joss.

―Lo sé. ―Angélica pareció desinflarse por unos instantes, antes de recordar que es una diva y volver a subir la cabeza y enderezar los hombros. ―Eso ya quedó establecido, ¿no?

―No sé si puedo disculparte. ―admitió. ―pero por el momento, puedes comer con nosotros.

Ella sonrió, alzando aún más el mentón como si hubiese ganado la lotería.

―Angélica, ¿podemos hablar? ―me sorprendió la voz de Thomas, y recordé que ellos nunca se habían separado en buenos términos.

―Lo que tengas para decir puede ser aquí y ahora. ―dijo ella, cruzando sus piernas y acomodándose en el asiento. Si alguien la observaba un poco más detenidamente de lo normal, notaría su nerviosismo. ―Porque tengo mucha hambre y poco tiempo.

En eso, sacó de su bolso un envase con una ensalada de esas de mierda que no quitan el hambre. Thomas resopló por lo difícil que ella estaba siendo. Todos los presentes estaban en silencio, mirando de uno a otro y viceversa. ¡Incluso Steven o Claude, que por lo normal no podían dejar de hablar ni un segundo, no emitían ningún sonido!

―Quiero disculparte por haber sido un novio horrible.

―Ni siquiera fuiste mi novio de verdad, solo estabas usándome como tapadera para que no descubran tu romance homoerótico con este perdedor de aquí.

―No...

Tanto él como yo nos apresuramos a negar, pero inmediatamente fuimos callados por ella.

―Ni siquiera intenten negarlo. ―ordenó, pero después de unos segundos suspiró, sin ganas de seguir discutiendo—Supongo que estamos a mano, Hanlon, yo también te utilizaba para obtener popularidad. No es que hubiera sido un secreto.

—Si sabes que sus malas acciones no excusan las tuyas, ¿verdad? —pregunté un poco desconcertado.

—Oh, cállate. —dijo poniendo los ojos en blanco y desestimando lo que acababa de decir con un movimiento de muñeca.—No eres quien para dártelas de moralista, roba novios.

Me sonrojé furiosamente, apenado a pesar de que Angélica lo decía sin rencor, simplemente como algo que pasó y ya.

—Como me digas "lo siento" una vez más, Finn, tendré que poner una cinta en la boca para no escucharte.

Advirtió, aparentemente desinteresada de la conversación en este punto, apreciando sus uñas.

―Ahora, no puedo creer que sea yo quien lo diga, pero, ¿Podemos dejar el drama y comer de una vez, carajo?

Inmediatamente, la mayor parte de la tensión en el aire se disipó, permitiéndonos respirar mejor y empezar una conversación acerca de otro tema. Eso hasta que Yongmin hizo su estelar aparición, pasando justo en frente de nosotros y lanzándonos besitos a mi y a Thomas. Como siempre, hubo un grupito de descerebrados que se rieron de eso, pero no me preocupaba que se rieran de mí, no, de hecho, era casi costumbre para alguien como yo, por lo que me preocupó más la reacción de Thomas a todo esto.

Él decidió hacer lo que cualquier persona inteligente: Ignorarlos. Lo cual no les gustó, pero aún así Yongmin y sus secuaces nos dejaron en paz... por el momento.

―No se preocupen chicos. Ya lo olvidarán... ―la primera en ofrecer consuelo fue Allegra, y cuando no. Le sonreí agradecido, hasta que alguien más tuvo que abrir la boca.

¿Olvidarlo? —Calude resopló, divertido—Es de ingenuo pensar que alguien podría olvidarse fácilmente de una noticia de semejante magnitud, el estudiante más guapo, popular y masculino de Sally Collins es gay.

La mirada que le dirigimos todos (especialmente la mía) le hizo comprender su metedura de pata, aunque tardíamente, agachó la mirada y se disculpó en voz baja por su error.

—Bueno, pero tiene razón. De nada sirve llorar sobre la leche derramada. Seguirás siendo el maricón mucho tiempo, hasta que nos graduemos, aquí tanto como yo seguiré siendo la cornuda. Así que acostúmbrate. Adáptate o muere. Así es la secundaria, Hanlon.

Angélica se acomodó su grandioso y sedoso cabello hacia el costado, diva como siempre.

—Esa fue una manera brusca de decirlo, pero comparto. En parte. No creo que seas un maricón. Ni ella una cornuda. Pero ese no es el punto. —expresó Tae. ―Las etiquetas son así, parte de nosotros, pero no nos determinan... bueno, tú decides si lo hacen.

―Bien dicho hermanito de Yongmin.

―Soy Tae.

―Lo que sea, Tao.

―¿Lo haces a propósito?

Su sonrisa habló por ella. 

Jugar, ganar y enamorarse |✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora