21.

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Finalmente, el mundo estaba dándome un respiro y todo salía perfectamente. Pude enfocar mi atención en mis estudios, por lo que dejé de ignorar y evitar al profesor Farrens, que solo buscaba lo mejor para mi futuro, y pude equilibrar mi vida académica con mi vida social (que nunca fue demasiada y aumentó mucho en poco tiempo) y mi vida sexual... de la romántica mejor ni hablar. Yo mismo no estaría seguro de que decir al respecto.

Lo único que perturbaba mi paz era el aire tenso del ambiente, provocado por el inminente inicio de la competencia de fútbol americano entre escuelas. Ya van siendo numerosas las veces que Steven (y otros Caballeros, para mi sorpresa) se acercaron a pedirme que los ayudara a calmar a Thomas, quien, a pesar de fingir que no se sentía nervioso o estresado, lo estaba. Estaba tenso, casi todo el tiempo, y por supuesto, una de las cosas que hacía con gusto para apaciguar su ansiedad era chupársela detrás de las gradas luego del entrenamiento.

¿Arriesgado? Tal vez, pero estamos acostumbrados. Puedo decir incluso que nos gusta un poco el peligro. Creo que el sexo semipúblico me excita tanto como me alarma, y por las reacciones corporales de Thomas le ocurre exactamente lo mismo que a mí.

Lamentablemente no todo era miel sobre hojuelas. Mi humor del día se fue a pique cuando me senté a comer y todos estaban callados, incluido Claude, lo cual es algo impresionante y pensé que era imposible. En ese silencio brutal y mortal, también los comentarios de Allegra habían perdido su emoción y alegría habituales.

—¿OMS? —no recibí respuesta alguna—Bueno, alguien dígame porque esas caras, ¿Quién murió? —bromeé, pero nadie contestó. —Ya. En serio, ¿Qué paso? ¿A quién reprobaron o rechazaron o...?

—A mí.

Declaró en voz alta Tae, con el rostro impasible, aunque en sus ojos había tristeza.

—¿Disculpa?

Su mirada se posó en Jossie, que se removía incómoda en la silla y miraba abajo. Joss jamás miraba abajo, así que debía ser algo serio. Comprendí entonces que Tae sacó de quien sabe donde el valor para declarársele a Josephine y ella, como era lo más probable, lo rechazó.

—Oh chicos... —no supe que decir, y miré a Allegra y Claude buscando una ayuda que no podían proporcionarme.

Con un suspiro me levanté de mi asiento y ocupé un lugar al lado de mi mejor amigo, poniendo una mano en su hombro y esperando ser de apoyo.

—Vamos, esto pasará y en menos tiempo del que nos demos cuenta estaremos riéndonos de lo que pasó. —prometí, esperando de todo corazón tener razón. —¿Quisieras ir a otro lado? —le ofrecí, pero negó con la cabeza.

Quise decirle que no era necesario quedarse aquí si no se sentía bien, pero él parecía decidido a comer en la mesa de siempre, como si nada pasara aunque todos sabíamos que algo estaba mal. Suspiré y regresé a mi asiento. El almuerzo transcurrió en un ambiente lleno de tensión y preocupación. Claude intentó decir unas pocas cosas, pero carecía de su picardía habitual, y Allegra parecía querer consolar a sus dos amigos. Cuando Jossie se levantó de la mesa con la excusa de que tenía que ir al baño, la pelirroja se apresuró a seguirla. Me alivió saber que ella estaba en buenas manos mientras me ocupaba del corazón roto de otro mi mejor amigo.

Lo siento. —dije torpemente, sabiendo que era inútil.

Josephine fue el gran amor de la vida de Tae desde que se conocieron. Siempre pensé que la admiraba como nadie. No puedo decir que este feliz por los acontecimientos, pero esto significaba que Tae había sido lo suficientemente valiente como para declarársele de una santa vez. En todos estos años, yo tuve que soportar escuchar sus suspiros y lamentos y ahora... ahora también tendré que escucharlo, pero esto da pie a que esos suspiros se detengan de una vez por todas, superando a la chica que no lo ve como nada más que un buen amigo. Era su hora de salir de la eterna friendzone.

Jugar, ganar y enamorarse |✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora