Imaginar lo es todo...
Esta historia es una serie de capítulos con diferentes personajes conocidos. Fandoms de todo tipo.
Dejó las puertas abiertas del paraíso, tu decides si quieres entrar o seguir de largo...
QUEDA PROHIBIDA LA REPRODUCCIÓN TOTAL...
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ACTOR: Tom Hardy. PERSONAJE: Alfie Solomons. CATEGORÍA: Romance. ADVERTENCIA: Violencia.
Leonore entraba a la casa de su hermano alrededor de las cinco de la tarde, llegaba a tiempo para la cena, incluso traía en sus brazos ambas bolsas con algunas de las tantas compras que había hecho aquella tarde.
Su hermano podría tener la casa más grande de todo Birmingham, sin embargo... a veces parecía olvidar pedirle a sus cientos de empleados que compraran lo dulce y bueno del mercado.
—¡Tommy! —gritó al entrar, desde que Grace había fallecido, él no parecía ser el mismo, su sonrisa... ya no era la de siempre—. ¿John? ¿Finn? ¿Arthur? ¿Polly? ¿Ada? ¿Niños? ¿Alguien?
La casa parecía deshabitada, pero era tan grande que podrían estar en la sala continua y no escucharse. Así que la muchacha se dirigió a la cocina y dejó las bolsas sobre la mesa, fue en aquel instante en que los pequeños Charles y Karl entraban a las corridas por la casa.
—¡Nora! —le saltaron encima para abrazarla, se podía decir que la joven era la preferida de los niños.
—Preguntaban por ti desde que te habías ido por la mañana —Michael entró por la misma puerta, sus manos dentro del pantalón de vestir que combinaba con su traje—. Tuve que aguantar a las bestias un rato...
Nora se había arrodillado para abrazar a los pequeños.
—¿Dónde están Polly y Ada? —preguntó ella algo confundida, Michael no solía cuidarlos si ellas estaban.
—En la sala... —se encogió de hombros—. Hoy estaban un poco más, intensos.
Leonore les sonrió a Charles y Karl.
—Vamos a la sala —les dijo con una sonrisa—. Adivinen que les traje...
Tanto los ojos de Charles como los de Karl se iluminaron en una emoción incomparable. Michael observó a Nora con una sonrisa.
—Un pedazo de chocolate para cada uno... —Charles y Karl fueron directo a la bolsa de las compras de Nora—. ¡Ah! ¡No! Eso es para después de la cena, si es que se comportan ustedes dos.
—¡No es justo! —se quejó Charles.
—Claro que si, ahora vayan a la sala —les ordenó Nora obligándolos a separarse de aquella bolsa—. Y no los quiero ver rondando por esta cocina sino, no volverán a ver ni un pedazo de chocolate hasta que sean mayores.
Michael divertido sacaba la caja de cigarrillos.
—Bien... —se molestó Karl y con Charles marcharon a la sala.
