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21. Historias de amor rotas

-No te soporto.- le digo empujándole alejándolo de mi. Él río conmigo.

-Cómo digas, vístete que nos tenemos que ir.- me dice poniéndose los pantalones.

-Eh, eh ¿a dónde vas?- le pregunto saliendo de la manta. Él me mira con detenimiento, puede ser porque aún vaya en bragas o porque son de Hello Kitty.

-Ten-ten-go.- tartamudea, aparta la mirada. -Tengo que ir con unos amigos, necesito que vengas.

-No, la última vez que hiciste eso poco más nos meten en la cárcel.

-Por favor, sólo será esta vez, las carreras siamesas son geniales, y han apostado un montón de dinero, vamos nena.- me mira con sus ojos miel. Suspiro. Cojo el sujetador  y me lo pongo. Él sonríe. -Ponte mi chaqueta. - dice y me tira su chaqueta de cuero. Sonrío y me pongo mis pantalones cortos vaqueros y una camiseta de tirantes también corta. Me pongo unas bailarinas y la chaqueta. -Lista.- le digo. Él sonríe y me besa con delicadeza. Le sigo el beso y rapidamente se intesifica. Él corta el beso. -De verdad que quiero ir a esas carreras si seguimos así no saldremos ni de la casa.- dice y yo río de nuevo.

Cuando llegamos las motos rugían, las voces gritaban, la adrenalina aumentaba y el dinero se amontonaba. Sacudí las manos.

-Tranquila nena.- dice mirándome. Él deja la moto en el lugar de salida. Se quita el cinturón. -Haces tú los honores.- afirma mientras me siento de espaldas a él. Y abrocho el cinturón con fuerza. -Ahí vamos.- dice y el tuvo de escape empieza a soltar humo a montones. Se escucha un pequeño grito y las motos arrancan, todo mi cuerpo se apega al de él. Y mis manos tocan mis muslos nerviosa mientras nos alejamos de la salida.

Tomamos una curva peligrosa, y la moto se queda haciendo el caballito cierro los ojos para no imaginar que me estampo contra el suelo.

-Agarrate fuerte nena.- dice él mientras acelera más y vamos pasando más gente, mi respiración se acelera y mi ansiedad empieza a golpearme el pecho con muchísima presión, pongo la mano sobre el. Tomamos una curva y nos torcemos tanto que creo que puedo tocar el suelo, luego otra a la izquierda y así miles. Una pareja se cae y empiezan a rodar. Cierro los ojos. -¿Cómo vamos?- pregunta él

-Bien.- respondo. -Creo que vamos los primeros.

-Aún no.- responde y empieza a acelerar la moto echa más humo. -Agarrate muy fuerte.- grita y de repente noto un deslizamiento, como una rampa, miro al suelo y veo que no está tocando la rueda de la moto.

-¡Te odio!- grito al borde del desmayo. La moto rebota contra el suelo. Y. Llegamos a la meta.

La moto para en seco.

Me derrumbo en el asiento, desabrocho el cinturón y empiezo a correr hasta alejarme de los gritos que bombean mi cabeza con fuerza. Pongo las manos en mi boca y nariz. Y empiezo a interventilar. Maldito hijo de puta que poco más me mata. Unas manos tocan mis hombros y los acarician

-Nena ¿estás bien?- me acaricia el pelo y acurruca mi cabeza en su pecho. -Lo siento, pero, mira el lado positivo ganamos.- dice besando mi cuello. -¿Estás llorando?- gira mi cabeza

-Déjalo por favor, dejemos esta relación.

-No me seas puta nena.- dice mirándome

-No me llames nena gilipollas.- digo poniéndome de pie y él hace lo mismo.

-No me levantes la voz.- dice mirándome

-Tranquilo, no volverá a pasar, porque me iré lejos para que no me tengas que volver a ver.- digo girándome

-Tú a mi no me dejas.- dice agarrándome la muñeca con fuerza.

-Suéltame gilipollas.- digo pegándole una patada, pero él es más rápido y se aparta.

-No te quiero hacer daño, por favor vamos a casa.

-No quiero ir a casa, ¡estoy harta de ir a casa a follar como perros!.- le grito. - O a ir a las puñeteras carreras o colocarnos como junkies, eso te gusta a ti, no a mi. Esta es tu vida, no la mía y no quiero formar parte de la tuya.- digo, él tensa la mandíbula.

-Se acabo.- dice y me carga como un saco. Empiezo a soltarle patadas. -Para.- me ordena, mientras empieza a andar hacia la moto.

-Hijo de puta.- digo cuando me deja en el suelo y  me ata a él con el cinturón. Arranca la moto y vamos a su casa.

Aguanté dos semanas más, me fui a escondidas y le dejé una nota, me quedé en casa de mis padres, me gradué con otra pareja que tenía y me vine aquí después del verano.  Para olvidarme de tantos gilipollas locos como él. He tenido algunas relaciones muy extrañas. Tuve al típico hippie que no me dejaba ponerme ropa buena ni ducharme el pelo y dijo de que me tenía que hacer rastas y no se cuantas mierdas más, le dejé por pesado. También a un aprendiz de cocina, ni chef ni nada, aprendiz, me hacía platos muy complicados, me dejaba un poquito o me lo tomaba muy rápido y me empezaba a regañar porque 'no sé apreciar la buena comida' joder ¡tenía prisa!, le dejé por creído y gilipolllas. Luego, gracias a Dios, estaban los polvos de una noche y punto. Y los que no querían ninguna clase de relación y podías pasarte semanas pegada a él y otras ignorarle y seguiais "juntos" lo que se podría llamar un rollo.

Menos mal que todo eso ha pasado. Miré mi móvil. Esperando un mensaje o algo de mi primo para que me recogiese de la puta escuela de hostelería, pero nada, se habrá olvidado. Tendré que ir andando.

Suspiro.

Miro mi móvil por última vez y este vibra. Sonrío. Pero esta sonrisa no dura más de unos microsegundo al darme cuenta de que el mensaje no era de mi primo sino de Jose.

Gilipollas (Jose): Mañana quedamos en mi casa a las diez y media de la mañana para ver un apartamento te esperamos.

Bueno, haber como me escapo de esta.

OTRA VEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora