TYLER
Maddie sonríe con dulzura y la contemplo a través del computador, apreciando la forma en que su rostro se ilumina cada vez que las comisuras de sus labios se elevan. La echo de menos, a pesar de que hablamos cada día y mantenemos la costumbre de contarnos novedades.
Me dejó impactado cuando develó el secreto: Owen y Tara están saliendo. De todas las chicas que imaginé para él, Tara estaba a lo último. No porque sea una mala persona, sino porque sus caracteres son incompatibles –o eso aparentaban-, dado que se pasaban el rato discutiendo y mostrando desprecios el uno por el otro.
Además, comentó sobre esa fiesta de disfraces que harán el fin de semana y dijo que todo el mundo está emocionado por asistir. Incluso, anunciaron que premiaran los disfraces, provocando que la gente se altere en busca de alguna vestimenta distinguible.
Lo definen como <<el evento del año>> y <<la fiesta que nadie tiene que perderse>>.
Y aunque lamento no poder asistir, le insistí a Maddie en que debería ir a divertirse, pasar un buen rato con amigas. Estuvimos bromeando durante un largo rato sobre el disfraz que podría llevar y luego, tornamos la conversación hacia mi lado, riendo de la preocupación –un tanto exagerada- que Damon y Keira mostraron últimamente. Mi hermano, sobre todo.
—Me tratan como si tuviera seis años —me quejo, divertido—. Ya pasaron como cuatro días y Damon aún me sigue vigilando —agrego bajo el mismo tono, sospechando que él solo actúa de ese modo para molestar.
—Es lindo que estén cuidando de ti. Me tranquiliza. Así que deja que lo hagan —dice y en un parpadeo, su expresión se torna melancólica. Después del accidente, insistió en regresar a la ciudad para quedarse conmigo el tiempo que sea necesario. Costó convencerla de que no lo hiciera, pero le prometí que la distancia valdrá la pena. Así se lo dije durante una de esas video llamadas que se volvieron rutina para ambos. <<Estaremos juntos pronto y haber aguantado tendrá sentido. Te lo prometo>> aseguré; percatándome de evitar una decisión de la que luego pueda arrepentirse. Si regresa a la ciudad, se perderá exámenes importantes, para los cuales lleva tiempo preparándose.
Quiero que pueda entender que la prioridad siempre será ella. Uno mismo. Luego viene el resto. Puede sonar egoísta, pero es así. Fallarse a uno mismo hará que el resto de las relaciones fracasen.
—Sabes... —baja la mirada, distingo que suspira—. Me encantaría estar ahí, contigo. No puedo esperar —balancea su cuerpo levemente hacia los lados y percibo cierta tristeza, aquella que la hace lucir frágil y diminuta, y de pronto, todo lo que quiero hacer es abrazarla, colocarla en algún sitio impoluto donde nada ni nadie pueda lastimarla—. Podría posponer los exámenes, de verdad yo...
—Hey, mírame. Ya hablamos esto ¿recuerdas? —intento hacerla entrar en razón, otra vez. Comprendo que la universidad se volvió una especie de presión que soportar, pero debe recordar el motivo que la llevó a ese lugar: luchar por sus sueños—. Estoy orgulloso de ti, Maddie —digo con sinceridad y además, para traerle a la memoria lo maravillosa que es—. Tus poemas... Wow. Los estuve leyendo y, déjame decirte, me han provocado sensaciones que no conocía —sus facciones enseguida recuperan el color que le proporciona su sonrisa—. Tienes que seguir adelante con eso.
—Sí. Lo intento —su respuesta es de pocas palabras, típico de ella. Cada vez que recibe algún comentario acerca de su persona, se comprime. Es como si no pudiera creer que aquellas virtudes le pertenecen. Se mueve tímidamente, tirando su cabello pelirrojo y alborotado hacia a un lado. A diferencia de otros encuentros virtuales, lleva un pijama que devela partes de su cuerpo y muestra más detalles de su piel. Diviso las pequeñas manchas pecosas esparcidas a través de sus hombros, dibujan un camino en degradé hasta el comienzo de su pecho. Noto, incluso, que no lleva sujetador. Su piel es una invitación perfecta y tentadora a ser acariciada. Lo haría. Pero desde acá, todo lo que puedo hacer es tocar la maldita pantalla—. Estoy trabajando en corregir errores, pero... No lo sé, siento que aún le falta algo —se encoge de hombros.
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Dulce tentación [#3]
Novela JuvenilÉl la ve como su mejor amiga. Ella lleva años enamorada de él. Él dibuja. Ella escribe. Y el maravilloso arte del amor, los une; aunque todavía no lo sepan. ☽ Tyler Montclair ha aprendido que nunca es tarde: Nunca es tarde para ir a la universidad...