PROLOGO

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TYLER

A medida que nos adentramos en la fiesta, reafirmo la postura que tenía desde un principio: debí haber insistido más, lo suficiente hasta convencer a mis amigos de ir a la fiesta en el bar, donde tocaba esa nueva banda local de rock alternativo. No conocemos ni un solo tema, pero al menos no habríamos desencajado. En realidad, con esto último me refiero a Jax y a mí. Jax, lleva una sudadera oscura con capucha y cordones a los lados, mientras que yo, llevo una camiseta manga corta con una chaqueta de mezclilla por encima. De esa forma, a simple vista, dejamos claro que no pertenecemos a este ambiente.

Asher es diferente. Lleva una camisa negra, con los primeros dos botones desprendidos y arremangada hasta los codos y el cabello peinado a la perfección. Hablando de manera superficial, nadie podría imaginar que Asher salió de un hogar de acogida.

Cuando alcanzamos la barra, el chico se apoya cruzando los brazos sobre ella y ordena al barman tragos para los tres.

—Trabajo para el señor Murray, ponlo a su cuenta —indica al barman, quien de antemano no le cree, entonces Asher saca una tarjeta del bolsillo, el contrario la inspecciona y accede a servirnos, tras un breve asentimiento de cabeza.

Jax enseguida sostiene el trago que por el olor que desprende, deduzco que contiene una alta dosis de vodka, y le da un largo sorbo. También sostengo un vaso, pero el fuerte olor me asquea y lo mantengo alejado de la boca.

Asher apenas bebe. Saca el celular del bolsillo y se pone a leer mensajes o quién sabe qué.

—¿Esto es todo lo que haremos? —pregunto, Jax parece muy concentrado en beber y Asher no se despega del aparato—. ¿En serio?

—Relájate —aparta la vista del teléfono—. Ya llegarán mis amigas. Verás que valdrá la pena —Asher me guiña el ojo y guarda el celular. Sin embargo, lleva la vista hacia los alrededores, como si estuviera buscando algo u a alguien.

Se suponía que iba a ser una noche divertida con amigos. Después de una agotadora semana de exámenes en la universidad, regresé por unos días a casa con la intención de distenderme un poco. Tengo la enorme tendencia a auto-exigirme para alcanzar el mejor resultado, lo que acaba por saturarme y a veces la situación puede tornarse un tanto oscura. Más de lo que me gustaría.

—No sé qué intenciones tienes, pero yo no quiero involucrarme con nadie —aclaro, antes de que trate de emparejarme con alguna chica.

—Yo igual. Paso —coincide Jax, luego se dedica a seguir bebiendo.

—Aguafiestas. Eso es lo que son —manifiesta, aún con la mirada puesta en los alrededores del salón—. Los traigo a una fiesta genial y todo lo que hacen es quejarse —recrimina, aunque por su tono de voz, noto que lo de "genial" ni siquiera él se lo cree.

Esta fiesta apesta. La gente es aburrida. La música electrónica es excesiva. Quiero irme.

De pronto, una chica irrumpe abriéndose camino entre la multitud. Rubia, alta, cabello largo y lacio, facciones seductoras y un intenso brillo que jamás pierde. Lleva un vestido corto, de tirantes, color rojo, pegado al cuerpo. Ellie Murray. Sin lugar a dudas, aparenta estar en su mejor momento. Por detrás, un apuesto muchacho le sostiene la mano.

Resoplo, frustrado porque acabo de deducirlo todo.

—Diablos, tiene que ser una broma. ¿Nos trajiste hasta aquí solo porque quieres ver como tu ex-novia sale con otro? —frunzo el ceño, molesto y regreso el trago a la barra.

Asher contempla a Ellie embobado. Jax continúa adherido a la bebida.

—¿Crees que soy un idiota? —cuestiona.

Dulce tentación [#3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora