capitulo 30

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MADELEINE

<<Tengo que decirle>> pienso. Sé que lo supone, porque en un par de ocasiones se lo di a entender de forma implícita, pero necesito estar segura de que lo sabe. Coloco las manos sobre su pecho, procurando tener un momento antes de continuar.

—Ty es... Es la primera vez que hago esto —advierto, para que se haga la idea de que tal vez sea realmente mala.

—Pero quieres hacerlo, ¿no? ¿O lo imaginabas de otra forma? —pregunta. A pesar de que hablamos, sus manos no dejan de tocar mi cuerpo. Se mantienen pegadas a mi cintura.

—No. Quiero decir, sí. Si quiero hacerlo —pronuncio, ligada a una fuerte sensación de seguridad—. Lo imaginé contigo —completo, mordiendo mi labio ligeramente. Nunca pensé en los típicos detalles, no imaginaba una habitación repleta de flores ni tampoco un hotel de lujo. Lo único que deseaba era la persona indicada y la tengo, sí que la tengo. No quiero esperar un minuto más.

Tyler sonríe transmitiendo calma, acaricia mi barbilla y con su pulgar delinea el borde mis labios.

—Si quieres detenerte, solo tienes que pedirlo —deja en claro, siendo la última señal que esperaba para dar rienda suelta a lo que se aproxima. Es tranquilizador saber que se detendrá si en algún momento mis inseguridades obligan echarme hacia atrás... Pero no pasará, porque el amor que tenemos es más fuerte.

Tomo la delantera y reinicio el beso que quedó expectante justo antes de la conversación. Su agarre, nuevamente en mi cintura, me presiona hacia él.

Es dulce percibir el modo en que sus dedos tiemblan ligeramente al intentar bajar la cremallera del vestido. Reconozco que es extensa, inicia al comienzo de la espalda y acaba llegando al final de mis caderas. Así que, para facilitar la tarea, me despego y giro, dándole la espalda. Por unos segundos, anhelo con locura volver a percibir su tacto sobre mí. No me da tiempo a desearlo más. Tyler lleva mi larga cabellera hacia un costado y sus piernas rozan las mías, mientras sus manos encuentran con seguridad el cierre y lo deslizan hasta que mi espalda queda al descubierto. Con parsimonia, sus manos pasean a través de mi cintura y se abren camino hasta los hombros, procurando que la prenda de vestir caiga. Todas las terminaciones nerviosas de mi cuerpo se disparan.

En la pared de la habitación, cuelga una tira de pequeñas de luces que dejamos encendidas y, aunque transmiten un leve destello, tengo que tomar coraje suficiente antes de voltear, luciendo tan solo ropa interior. Nunca me había mostrado ante alguien de esa forma, pero los ojos de Tyler se encienden, en señal de que le gusta lo que ve. Aún de pie, se quita las zapatillas y baja a la altura de mis plataformas, para ayudar a quitarlas. Luego de hacerlo, me sorprende el camino de besos húmedos que proporciona al subir, lentamente, primero por el interior de mis muslos, pasando por mi abdomen, el inicio de mis pechos y, finalmente, encontrando mi boca.

Permanezco estática, consumida por un fuego poderoso habitándome con tanta furia, que me hace temblar. Continúo el beso y decido que tengo que hacer algo, incluso siendo una completa inexperta en lo que acontece. Deslizo las manos por su torso, llego al inicio de su pantalón y desprendo el botón, después, deshago la cremallera e impulso la prenda hasta hacerla caer. Él se ocupa de dejarlo a un lado y entonces, vuelve hacia mí. Me sostiene, para dejarme sobre la cama que está detrás. Recostada, respiro hondo, tratando de controlar los nervios y lo sostengo por cuello para besarlo otra vez, impidiendo que se aleje.

Lo quiero cerca. Lo quiero tan cerca como sea posible.

Al mismo tiempo, sus manos exploran ansiosas bajo la superficie del sostén, causándome un torbellino de sensaciones que se concentran en la parte baja de mi vientre. Tras profundizar el beso, toma una leve distancia y se hunde en mi cuello, consiguiendo incrementar el cosquilleo. Entre jadeos y caricias que se tornan cada vez más atrevidas, Tyler me desprende el sostén y lo quita con tranquilidad, dando tiempo a retractarme. Y aunque una parte de mí, desesperada, quiere cubrirse de inmediato y acabar con todo, me opongo. La inseguridad pierde sentido cuando visualizo su rostro y recuerdo que se trata del chico en el que deposité mi confianza y nunca me defraudó.

Dulce tentación [#3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora