Ha sido más difícil de lo que esperaba. Un corazón roto no se cura fácilmente, y duele mucho darse cuenta de eso. No hay día en el que mi mente no me traicione, y por más que trato, no dejo de cuestionarme mi valor... Puedo decir que me quiero, que me siento cómoda conmigo misma, pero a la vez, pienso, ¿entonces por qué? ¿Por qué Damián? ¿Por qué Edward?
—Itzel, ¿escuchas lo que te estoy diciendo? —dice mi papá.
Mis ojos lo buscan hasta el fondo de la mesa, y su mirada preocupada no es la única que me escudriña. Camila, dejando los cubiertos sobre su plato, se levanta y se acerca a mi lado. Su tacto cálido acaricia mi espalda, y el acto me reconforta tanto que las lágrimas cubren mis ojos, y debo bajar la mirada para ocultarlas.
—¿Todo está bien, Itz? —pregunta.
—Sí, yo... —digo, intentando que las palabras no se atoren en mi boca. —Todo está bien, yo solo...
Cómo puedo decido levantar la mirada. Soy consciente de que de esta forma no voy a poder controlar las emociones, pero tal vez ya no quiero hacerlo.
—Hija, me estás preocupando, ¿qué te ocurre?
El semblante de lo que era una cena tranquila estaba siendo arruinado por mi sentimentalismo. Una parte de mí agradecía que Edward hubiera salido, en realidad, desde hace una semana que lo hace sin parar, sin horario fijo. Yo no me quejo, no puedo hacerlo después de todo, ambos tomamos nuestras decisiones, caminos diferentes como debía ser desde el principio.
—¿A ocurrido algo con Ed?— pregunta Camila, con la voz manchada de angustia.
Las palabras no salen, y solo puedo negar con la cabeza. Soy consciente de que esto me ha puesto en evidencia, y de una u otra forma tendré que hablar con alguien de lo que me ocurre, es lo más sano, aunque me aterré la idea de que lo que sólo está en mi cabeza se materialice y se vuelva una realidad de la que no pueda escapar más.
—No —murmuré —No se preocupen, solo necesito tiempo, prometo que les contaré todo lo que me pasa, solo... Iré a la habitación, quiero pensar, ¿bien?
Sin contemplaciones, me levanté, y con el corazón aún más estrujado que antes, los ojos cargados de culpa y tristeza de mi padre taladraron en mi cabeza. Él estaba confundido, lo sabía, y claramente también estaba preocupado... Y todo por mi culpa, en su mejor momento debí volver a quitarle la estabilidad.
Dios, necesito fuerzas, esto tiene que acabar pronto.
Narra Edward.
El ambiente del bar ya es bastante conocido para mi. Las mismas personas, los mismos que atienden, todo el igual siempre, y este sentimiento de importancia no se va, solo aumenta, y está acabando conmigo.
—Hola, Eddy... ¿me has extrañado?
Mis ojos, algo somnolientos enfocan la sonrisa de Emma, que luce despeinada, con el maquillaje intacto y usando una chaqueta de cuero azul marino que la hace parecer ruda.
—Han pasas varios días desde que nos vimos por última vez —dijo, y aquel día en la cabaña vino a mi mente.
Mi cuerpo se tensó inevitablemente, haciéndome sentir un calor repentino cada vez que pienso en las manos de Colton tocando la piel de Itzel. La rabia crece y debo beber un gran trago de whisky para centrarme en la realidad nuevamente.
—He estado ocupado —respondo, sin interés.
—Lo he notado, bebes tanto aquí que pronto serás un cliente potencia de este cuchitril.
—Como sea, ¿qué quieres?
—Quiero saber cómo está Itzel luego de... ¿Cómo lo está pasando? Colton es un imbécil y...
—No quiero que vuelvas a mencionar a ese hijo de puta —gruñí, preso de la cólera.
Por primera vez, observé fijamente los ojos de Emma, y en ellos, la preocupación real era latente. No quiero tratarla mal, sé que ella no tiene malas intenciones, pero cuando pienso en todo lo que ha ocurrido es difícil que pueda controlarme.
—Bien —aceptó —¿Me dirás cómo está ella?
—No lo sé, la evito desde ese día.
—¿Por qué? —pregunta, y su expresión se vuelve fría —¿Por qué la evitas? ¿Por qué huyes de ella?
Itzel, desde que había llegado a mi vida se había convertido en un dolor de cabeza. Su ser entero parecía haber sido creado para sacarme de mis cabales, pero no puedo lanzarla a la fosa de los leones como única culpable, cuando he sido yo quien la arrastró a todo esto. Aun así, no puedo admitir lo que siento, porque eso solo empeoraría las cosas.
—No huyo de ella, solo intento protegerla, ya le hice suficiente daño.
—Bien, entonces ella está dañada, rota, triste... ¿Verdad? —preguntó, sin inmutarse, con un control impecable sobre sus emociones porque no logré descifrar ni un indicio de lo que pasaba por su cabeza.
—Supongo —dije. Me encogí de hombros y bebí otro trago del líquido ámbar.
—Supones.
—¿A que quieres llegar con todo esto, Emma?
—Solo te diré algo, Edward, y espero que tus neuronas puedan procesarlo aún con todo lo que has bebido —sentenció, acercándose a mi peligrosamente —Itzel no tiene la culpa de nada de lo que ha ocurrido, y no tiene ni idea de la mierda de la que fue víctima, si tú crees que le haces un favor alejándote, déjame decirte que eres un imbécil, y mereces sentirte como la mierda, porque aún cuando sabes que ella está sufriendo, eres un cobarde que prefiere su dolor, a intentar ayudarla, a intentar ayudarte a ti y acabar por fin con todo esto... Edward, Itzel no es la mala de esta película, y tú deberías saberlo mejor que nadie.
Sin decir nada más, Emma se marchó. Y es que no necesitaba decir nada más. Sus palabras, que dentro de mi cabeza rondaban como piezas sin sentido y sin dirección, empezaron a encajar. Yo no quiero protegerla a ella, quiero protegerme a mi, y eso es una mierda.
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Atracción prohibida
Teen FictionATRACCIÓN PROHIBIDA Los sentimientos eran confusos cuando de él se trataba. Recordar la forma en la que me miraba, como se movían sus labios al hablarme, incluso el vaivén de su pecho cuando dormía. Todo era un caos, y yo estaba ahí, parada en el...