Si hubiera tomado una foto del antes no podría reconocerme. Estuve tan desanimada y sin emoción que creí que nada podría hacerme sentir bien con como me veía, pero me equivoqué. El personal que habían contratado para la boda es muy talentoso, y logró lo que para mi era imposible, aún así, sinto cierto cargo de conciencia con Camila, ella se merecía a una dama de amor más felíz, y en su lugar recibió a una adolescete amargada con aires depresivos.
Detallo la imagen en el espejo, intentando no sentirme más mal por recriminarme mis errores, y una sonrisa nerviosa se posa en mis labios. Lo que veo me gusta en verdad, aunque el azul me hece lucir más pálida de lo normal, marca mi clavícula y el escote corazón que tiene el vestido, luciendo algo sexy. Un collar delgado apenas brilla a juegos con los aretes que llevo, y mis zapatos en tonos plata son completamente cubiertos por la larga tela. Está hecho a la medida aunque bajé unos kilos en las ultimas semanas, por lo que queda algo suelto de la cintura, pero tampoco está mal. En realidad me gusta más de lo que esperaba ya que fue una desición de ultimo momento.
─Itzel ─giro el rostro en dirección a la puerta de la habitación del hotel.
─Pasa ─digo mirando otra vez hacia el gran espejo aunque solo por unos segundos. Hago un gesto con la nariz y mi papá suelta una risa nerviosa.
─¿Crees que usé demasiada colonia? ─razca su nuca con una expresión de inseguridad que me causa ternura y no evito reir con él.
─Solo un poco ─bromeo caminado hacia donde está. ─Es broma, estás perfecto.
Sus ojos me miran con un brillo genuino en ellos, y me permito detallarlo.
LLeva el cabello que ya tiene algunas canas peinado hacia atrás, y su barba apenas afeitada le da un toque caramelo a la piel. Él va vestido con un traje color crema impecable, con pequeños detalles blancos en las muñecas y hombros. Y casi puedo reflejarme en sus zapatos.
─Me alegra mucho que estés aquí ─dice. Mis ojos buscan los suyos y un sentimiento de nostalia me invade el pecho.
Él en verdad se ve feliz, y eso siempre me hará feliz a mi. Cuando mis papás se separaron quizá hubo cosas que no entendía, pero ahora pienso que la vida da giros inesperados por algún motivo en específico, como crecer, y ser más feliz. En mi caso siento que el dolor de las ultimas cosas que han pasado no me deja encontrar esa felicidad, aún así, se que las cosas siempre mejoran.
Sonrío sintiendo las lágrimas en el borde de mis ojos y las reprimo. No voy a arruinar su momento y mucho menos el perfecto maquillaje que me hicieron, así que conteniendo la alegría en el pecho, lo abrazo.
─Yo también, papá.
El gran momento ha llegado. Todos estamos en nuestras posiciones esperando la entrada de la novia y mi corazón late desenfrenado cuando siento la mirada de Edward sobre mi. Lo he estado evitando y hoy no tuve opción, pero lo sabía, me mentalicé, y aún así heme aquí, reducida a un pequeño manojo de nerviosa y emociones a flor de piel.
Ignoro el intento de sonrisa que me da cuando chocan nuestras miradas. Es apenas un instante, pero el color de sus ojos me provoca un revoltijo en el pecho que me acelera la respiracón. No puedo ser tan débil con él. Luego de su confesión, me sentí utilizada, como una tonta con la que todos creen poder jugar... Y me dolió.
Sin embargo he tratado de sanar, y una parte de mi empezó a sentir, por contradictorio y estúpido que parezca una extraña sensación de deseo por él.
El sonido del piano anunciando la entrada de la novia me despierta de mis pensamientos. No he parado de darle vueltas al asunto de mis nuevos sentimientos encontrados, pero esta vez, me obligo a hacerlo.
Camila está preciosa. Su vestido es blanco con detalles plata. Lleva el cabello suelto con ondas que caen sobre su espalda y bajo el velo semilargo. Sus ojos no se apartan de mi papá, y cuando finalmente llega al altar, sé que el resto es historia. Ellos aceptan, se besan, y todos celebran con una emoción que casi puede sentirla vibrar en el ambiente.
La noche cae y está tranquila. La parte de la fiesta reservada en el hotel aún sigue vacía. Casi todos aún se encunetran en el area de recuerdos, fotos, conmemoraciones y demás cosas que las amigas de Camila organizaron como sorpresa para ella en su día. La nostalgia me invade cuando pienso en ello, recordando a Maggi.
─Debes estar dormida, ¿eh? ─murmuro descartando la idea de llamarla.
El aire es cálido y la luz de la luna se refleja en el agua tranquila del mar. La vista en general es preciosa, tanto que no quisiera tener que compartirla con el montón de invitados que no tardarán en llegar.
Suelto el aire en un suspiro de resignación, y la voz ya familiar de Edward me hace saltar del susto. Su cara tiene un gesto de nerviosismo que me acelera aún más el corazón.
─Estás guapísima, Itzel ─se adelanta.
─Gracias.
Sus ojos me detallan, los nervios recorren mi piel erizandola en complót con el frío. Después de haberlo evitado, sus primeras palabras no se sienten como me esperaría, pero no quiero pensar demasiado ene sas cosas. Lo más probable es que las personas estén por llegar, y quería perderme por ahí antes de que eso pasara.
Bajo el rostro sin encontrar valentía e intento pasar por su lado, pero me detiene.
─Espera, espera un segundo ─su mano roza mi brazo en un intento suave por sujetarme, pero me alejo.
─¿Qué? ─digo, con el tomo más frívolo de lo que me hubiera gustado.
Su mirada brilla en tristeza y sus labios se abren como si fuera a hablar, pero no dice nada. El sonido de las olas se vuelven el unico sonido en el aire, que se mezcla con nuestras respiraciones.
─¿Que quieres? ─insisto. Mis ojos no se desvían de los suyos, y el dolor en ellos me hace retroceder apenas unos centímetros, como si quemara.
─Intenté no pensar en ti, quise... ─el labio le tiembla cuando empieza a hablar y mi valentía para ser indiferente con él, flaquea ─lo siento mucho, me arrepiento de todo la mierda que te hice vivir, Itzel, tu no te lo merecías...
─Claro que no, Edward, nadie merece que lo humillen así.
─Sé que actué mal, pero no puedo seguir fingiendo que indiferencia hacia mi no me duele. Ni si quiera entiendo como no pude darme cuenta antes de que estoy...
Sus ojos se posaron sobre mis labios y mi corazón se aceleró. Levanta la mano como si tuviera miedo de mi reacción y la posa sobre mi mejilla, acariciandola con suavidad. Me estremexco ante el toque pero no me alejo, y cierro los ojos ejándome llevar por la sensación de nostalgia que me brindan sus palabras.
Yo también quisiera haberme dado cuenta antes de que estoy enamorada de Edward.
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Atracción prohibida
Teen FictionATRACCIÓN PROHIBIDA Los sentimientos eran confusos cuando de él se trataba. Recordar la forma en la que me miraba, como se movían sus labios al hablarme, incluso el vaivén de su pecho cuando dormía. Todo era un caos, y yo estaba ahí, parada en el...