Capítulo 8: Back to you

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Narra Itzel.

Okey, era tarde.

Tal vez por cuarta o quinta vez en el día la voz de Edward resonaba por la casa, exasperado, quizás odiándome.

¿Donde dejé mi zapato?

— ¡Itzel!

— ¡Ya voy!

Ahí está.

Casi a tropezones logro ponerme mi vans izquierda, aunque sin amarrarla. Salgo corriendo por el pasillo hasta llegar al salón, donde un guapísimo y enojado rubio me espera, con los brazos cruzados sobre su pecho y el ceño fruncido.

— Eres tan impuntual.

Negué, deteniéndome aún a amarrar los cordones desatados. Es mejor perder un segundo en la vida que la vida en un segundo, ¿no?

Los ojos de Edward ruedan con desesperación, mirando su reloj con impaciencia y rechazando una que otra llamada.

Uh, juraba que tenía todo calculado.

— Vamos—. Ordené con mis pies seguros, haciendo una mueca.

De camino a la bolera nadie decía nada. Lo único que se escuchaba en el auto era Back to you, una canción que me gustaba bastante y que pronto, sin darme cuenta había empezado a tararear/cantar.

— No sabía que cantabas.

— No lo hago.

— Ajá, ¿acaso Itzel Grace está avergonzada?

— ¡Que va!

Esta bien, si me avergonzaba.

Cantar me gusta, aunque no se si lo haga tan bien como para permitir que Edward sea parte de eso, ya que no suelo hacer ese tipo de cosas. El lanzaba una que otra mirada divertida, como si quisiera lograr algo en mi.

— No lo haré—. Dije, intentando sonar segura de lo que decía.

— Empiezo yo.

Y cuando menos lo pensé su voz se escuchó aún por sobre los altavoces del auto. Estaba cantando una de mis canciones favoritas con el mayor entusiasmo y de la forma más bonita posible. Su voz era exquisita.

La vergüenza no desaparecía, pero de verdad quería acompañarlo cantando, a parte era un momento muy emotivo.

— You can break my heart in two...

— But it when it heals it beats for you... I know it's forward but it's true.

Entre risas habíamos llegado a la bolera. A simple vista era increíble. Tenía cierto toque retro que me encantaba. Caminamos hasta encontrarnos pidiendo nuestros zapatos y Edward se había ofrecido a pagar, yo acepté. 

Una vez dentro un grupo de chicos le hicieron señas para que se acercara.

Yo iba dos pasos atrás de él, pero pude observar con claridad a las personas presentes. Habían dos chicos, uno era moreno y de cabello crespo, con sonrisa divertida, y el otro era un poco más alto, de tez clara y ojos celestes. El estaba más serio que su amigo, y desde que nos acercamos había puesto sus ojos sobre mi.

Una de las chicas era bastante alta, de piel bronceada y ojos pardos, era guapísima, sin duda, pero no sentí que fuera muy amigable, todo lo contrario a su amiga, quien al instante se había abalanzado a abrazarme.

— ¡Ah, tú debes ser Itzel! Eddy no ha parado de hablar de ti.

Eso me hizo sonrojar un poco. Dirigí mis ojos hasta el rubio, quien rascaba su nuca con incomodidad compartiendo un par de miradas con el chico de ojos celestes.

— Soy Emma, ella es Kristen, casi no habla pero no le prestes atención, el es Zac y nuestro Iceberg Colton—. La misma chica del abrazo efusivo, que ahora sabía que se llama Emma había hecho la presentación.

Los observé rápidamente a todos. Los ojos de Colton llamaban mucho mi atención, más aún por la forma tan intensa con la que me miraban.

— ¿Eres buena?

— ¿Ah?

La pregunta de Edward me había hecho dudar por un segundo, hasta que comprendí a qué se refería.

Negué—. Soy un asco.

Eso lo hizo reír.

— Pues está vez seré yo quien te de una paliza.

Ajá, ya quisiera.

Compartí una que otra palabra con Emma, ya que ella hablaba por todo el grupo. Debo admitir que me había caído muy bien, y que era un alivio que ella estuviera aquí, ya que desde el primer momento me hizo sentir cómoda, y bueno, también Zac que no paraba de preguntarme cosas acerca de Los Ángeles.

— Yo había escuchado de no puedes salir luego de las siete, allá hay muchas bandas callejeras y es demasiado peligroso.

Con verdadero temor Zac soltaba ese tipo de comentarios cada dos minutos, haciéndome reír a carcajadas, justo como ahora.

— No debes creer todo lo que te dicen, Zac —. Inquirí, sacándome lo zapatos para devolverlos—. A veces te pierdes de las mejores cosas por el miedo que pueden infundirte las demás personas.

— La rubia tiene razón en eso —. Habla por tercera o cuarta vez en la tarde Kristen. Sus ojos pardos me analizan, masticando el chicle que llevaba en la boca, luego aparta su mirada de mi y vuelve a hablar.

— No tiene caso temerle a las cosas que no conoces, da igual lo que hagas, nacimos para ser heridos.

Sus palabras por alguna razón hicieron eco en mi cabeza, y desde ese momento, hasta que por fin estuvimos en el garaje de la casa no había dejado de pensar en eso.

— No se si le caigo bien a Kristen—. Suelto de repente. Edward me mira con el ceño fruncido. Obviamente no entiende a qué me refiero.

Su cabello estaba un poco despeinado, le caía por la frente y le cubrí un poco los ojos. Se veía muy atractivo. Tal vez la escasa luz del garaje me jugaba una mala pasada, pero yo sentía que sus ojos me desnudaban.

Casi escuché a mi corazón acelerarse.

— ¿Tú crees?—. Dijo con una sonrisa—. Porque lo que yo creo es que eres una chica muy guapa, algo testaruda e impuntual.

─ Te equivocas. 

─ Por favor, Itzel, te esperé más de una hora.

─ No me refería a la puntualidad.

─ ¿Entonces? 

─ Pues que no soy guapa, soy guapísima. 

Mi comentario provocó que una sonrisa de lo más sexy y con un aire de sensualidad se marcara en su rostro. Sus ojos se entornaron a mí, y nuestras respiraciones se habían vuelto una. 

¿Qué iba a pasar?  

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Hola, familia ♥

He aquí un nuevo capítulo, se vienen cosas interesantes a partir de ahora, tengo un par de ideas que pondrán de cabeza los sentimientos de Itzel y Edward. Ambos descubrirán cosas que no sabían que sentían, pero a la vez, nada es lo que parece. 

Espero les guste, no olviden votar y por favor déjenme en los comentarios cualquier sugerencia o simplemente díganme que piensan de esta historia. 

Atracción prohibidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora