18: Arreglos y Sentimientos

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Katerine Diana Beckett Pov

—¡Mamá! —llamé en el instante que entré a mi hogar—. ¿Mamá? —repetí extrañada al no recibir una respuesta—. ¡Mamá! —exclamé al escuchar unos trastes.

—¡En la cocina, Katerine!

A pasos apresurados llegué en pocos segundos.

—¿Cuál es el desespero? —dijo ella desconcertada.

—Necesito que me adelantes mi mesada.

—¿Por qué? —consultó extrañada arqueando una ceja.

—Me quedaré en casa de mi amiga una semana —expliqué con prisa.

—¿Una semana?

—Tal vez más —murmuré balanceándome con mis pies.

—Si quieres mudarte, arriba están tus cosas —dijo volviendo su vista a la olla que estaba hirviendo algo.

—No es gracioso —dije frunciendo el ceño y deteniendo mis movimientos.

—Debes ir a la universidad. No quiero recibir una queja de alguna falta o bajas en tus notas.

—Me llevaré mis libros y cuadernos para trabajar. He sido responsable todo este tiempo. No descuidaré mis calificaciones y tampoco faltaré, lo prometo.

Silencio. Emily continúo limpiando con calma la mesa de mármol con un trapo. La miré nerviosa y apreté mis puños para calmar esas emociones que revoloteaban por todo mi cuerpo.

—¿Por qué no me dices que te quedarás en casa de tu novia, Katerine? Es extraño que de repente quieras quedarte en casa de tu "amiga". —Hizo comillas con sus dedos—, y por tanto tiempo. Ayer me pediste permiso para pasar una noche en casa de esa "amiga" y ahora quieres quedarte una semana.

—Es mi amiga.

—Lo comprobaré —dijo mirándome de manera retadora.

Tragué pesado y apreté con más fuerza mis puños. Mi madre despojó su celular de su mantel con bolsillos y marcó el número de Xandra. Ahora me arrepentía de haberla traído ese día y dejar que le diera su contacto. «La vida me odia».

—Buenos días, Xandra, habla la mama de Katerine —dio a conocer, para después ponerla en altavoz.

—Buenos días, Sra. Emily. ¿Sucedió algo?

—¿Katerine, estuvo anoche contigo?

—Sí.

—¿Y se quedará contigo esta semana?

—Eh... ¿Qué?

—Recuerda, te avisé que me quedaría en tu casa —dije alzando un poco la voz.

—Oh... cierto, en mi... casa —dijo vacilante—. Sí, ella estará conmigo. Le avisé mi madre y dijo... que no habría ningún problema.

Mi madre me miró y frunció el ceño.

—Gracias, llamaré más tarde —avisó y colgó sin quitarme la mirada de encima.

—¿Lo ves? —dije con una sonrisa nerviosa.

—Te daré para que tengas estos días. No quiero recibir una queja, Katerine, y hablo enserio. Ten tu celular anuente porque estaré llamándote y...

«Supongo... que eso es algo. Oh dios... te adoro Xandra. Me salvaste».

.

.

Llegué dos horas después con mis cosas a la casa de Akko. Mi madre me obligó a quedarme a comer y en ese tiempo que compartimos juntas tuvimos una pequeña charla que no llegó a nada de lo que tramaba para sacarme información. «Muchas preguntas con respuestas inconclusas».

Reencarnación (Diakko♥)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora