20: Claiomh Solais

729 97 60
                                    

Atsuko Kagari Pov

—¿E... Emily?

«¿Qué está haciendo aquí?»

—Buenas noches, Atsuko —dijo en un tono serio que me trasmitió un desagradable escalofrió.

—Bu... buenas noches, ¿Qué necesitas?

—A mi hija. Sé que está contigo.

«Oh no...». Sabía que llegaría a pasar, pero no de esa manera. «¿Qué debería responder? ¿Qué se supone que haga en esta situación?» Diana me había dicho días atrás de que saldría a una cena de madre e hija y le contaría acerca de lo nuestro, pero... que se enterara de esa forma; que lo hubiera descubierto de esa forma, no era agradable. «Para nada agradable y bueno».

Emily me contempló de abajo a arriba, deteniéndose en un punto que hizo que frunciera su ceño. Parpadeé confundida y examiné donde miraban sus ojos. Demoré unos minutos en darme cuenta, y de recordar la posible marca que poseía en mi cuello.

Rápidamente la oculté con mis dos manos y retrocedí totalmente avergonzada. Emily entró pidiendo permiso usando nuevamente ese mismo tono neutro que me trasmitió otra vez un desagradable frio por todo el cuerpo.

La observé pasar y gritar el nombre de Diana. Imaginé que, la mencionada, se encontraba en ese momento igual de sorprendida que mi persona. «¿Cómo nos descubrió? ¿Y por qué ahora? ¿Por qué tuvo que venir ahora?» Estaba por tener mi noche de pasión, aunque recordar y decirlo de esa manera me hacía sentir avergonzada y un poco tímida.

Diana me tocó, beso y dijo palabras que me hicieron sentir... demasiado bien. Sus labios besando mi cuello; sus manos se pasearon en mi piel; y sus caderas se movieron arriba mío haciendo que mi parte sensible respondería muy... gustosamente. Me había gustado, demasiado.

Era lindo cuando la personas que amabas y deseabas llegara a desearte de la misma manera; con la misma intensidad y sentimiento. «Fue... muy lindo y... se sintió muy bien», recordé. «Demasiado bien», aseguré.

Sacudí mi cabeza y miré a la persona dentro de mi hogar. «No te distraigas, Akko». No era una niña y sabía que en esas circunstancias debía actuar con madurez, pero la situación se había vuelto más complicado de lo que imaginé.

—¿Mamá? ¿Qué haces aquí? —le pregunto Diana mirándola atónica desde los escalones.

—Esa pregunta debería hacerla yo, ¿no crees? —respondió agresivamente cruzando sus brazos.

Suspiré profundamente para recuperar esa seguridad que perdí hace unos minutos. Al momento de dar un paso hacia al frente, una luz verde proveniente del cielo captó enseguida mi atención. Volteé curiosa y divisé algunas marcas en el cielo y una que otras brujas volando alrededor de las viviendas.

Arrugué levemente mi entrecejo. «Algo está pasando». Pero no sabía que era exactamente. Sin percatarme me encontraba fuera de mi hogar espectando a una variedad enorme de brujas evacuar y ayudar a algunas personas estando en sus escobas.

«Esto no se ve bien». Sacudí otra vez mi cabeza e inmediatamente extendí mi brazo derecho atrayendo mi varita. Al posarse en mi mano de inmediato susurré un hechizo que hizo aparecer un comunicador en forma de cuadrado que coloqué en mi oreja.

—Croix —llamé—. Croix, ¿Estás ahí?

—Llegas tarde.

—No soy de mirar las estrellas —dije frunciendo el ceño.

—Ya me percaté, pero recuerda que la magia que posees te hace sentir malos presentimientos respecto a otro tipo de magias utilizadas para acciones peligrosas que pone a la mitad de la población en riesgo de morir. A menos que tuvieras haciendo algo más importante que mantuviera la mayor parte de tu cuerpo ocupado.

Reencarnación (Diakko♥)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora