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Mayo de 1990


"La vida sólo puede ser entendida vista hacia atrás, pero debe ser vivida mirando hacia delante" —Soren Kierkegaard.

Dimitri

En realidad, sí era algo aburrido estar solo, era mayo, habían pasado tres meses, en junio se volvía a ir Hayden, dijo que tenía que hacer un viaje largo pero que valdría la pena. Dimitri no sabía de qué se trataba ese beneficio, pero ver a Hayden feliz lo mantenía tranquilo.

La rutina era básicamente la misma: despertaba, comía, trabajaba, iba a la escuela y regresaba a comer. Finalmente, Gianna convirtió el cuarto de Hayden en un salón de yoga y ejercicio que también era un lugar para leer y relajarse. Agrandó la ventana, pintó el cuarto de blanco, puso muchas plantas y colocó estantes y sillas; compró un tapete largo de yoga color morado y uno azul, así que relajarse una hora con Gianna era parte de la rutina semanal.

A pesar de que no era una distancia impresionante la que los separaba, había muchos sucesos diferentes así que también se ponían al día mientras tomaban café; cada vez más, Dimitri encontraba en Gianna facciones, expresiones faciales e incluso verbales que se asemejaban a los que hacía Hayden, después de todo era su madre, pero aun así no eran muy parecidos ya que la señora Gianna tenía muchos rasgos asiáticos y Hayden era un canadiense más. De todas maneras, sin importar sus diferencias, tenían una relación muy particular, una que jamás sería así en Rusia; nadie aceptaría el hecho de que Gianna fuera una madre soltera y trabajara, mucho menos que fuera una gran abogada y ni se les pasaría por la frente el aceptar a su hijo gay.

Cada vez más conocía a Gianna, le contó una historia que nadie sabía, sólo su hijo y ella, y eso hizo que Dimitri se sintiera apreciado y especial, incluido, sobre todo. Le contó lo sucedido con Hayden y el padre de este. La cuestión era que la familia de Gianna se había mudado de Tokio cuando tenía alrededor de seis o siete años, ella estudió a partir de ello en Canadá; ella era la niña tierna y linda de su escuela, aparentemente por ser asiática, sólo por ello, pero había un muchacho que la veía como algo más, que le atraía más que físicamente, y ese chico era Larry.

Larry, moreno, alto y con un lunar bajo sus labios; el primer amor de Gianna, el cual huyó cuando ella tenía apenas quince años, dejándola únicamente con mentiras y un hijo en espera. Esa es toda la historia, no hay final feliz, al menos no en esa relación, lo que sí tuvo un final feliz fue el haber criado a Hayden por su cuenta. La verdad es que Gianna le expresó a Dimitri lo orgullosa que estaba de ella misma de una manera tan... inspiradora, que Dimitri no pudo pensar en lo que hubiera pasado si Larry hubiera sido un buen padre, un padre como mínimo.


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Ese día fue un día... especial, que marcaría un giro en su vida. Todo pasó de momento a otro, en un miércoles, la rutina de siempre se rompió cuando al salir de clases decidió irse caminando en vez de irse en el autobús de siempre... ¿En qué pensaba? Igualmente, sin saber lo que estaba a punto de pasar, era obvio que ir a pie no era la opción, le dolerían los pies, tardaría en llegar una eternidad y finalmente se subiría a un autobús y gastaría dinero de más por llegar a un lugar cercano y además estaría cansado. Ese día fue la lección para nunca volver a dejar de tomar el autobús.

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