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"Amor es sólo una palabra, hasta que alguien llega a darle sentido a la palabra" —Paulo Coelho.

Hayden

La luz de la ventana le daba en la cara, no se quejaba porque las cortinas hacían más leve el impacto. Se sentó en la cama, entrecerrando los ojos y vio fijamente una de las paredes de su cuarto, reflexionaba con esa frase, esa frase que escuchaba una y otra vez en su cabeza, pero que no recordaba haberla leído o escuchado.

No lo había pensado..., el amor, pero no cualquier amor, el amor romántico. Él nunca había estado en una relación romántica, ni antes de darse cuenta de que era gay. Cuando le dijo a su madre de su orientación sexual, él tenía quince años, era en el ochenta y cinco; antes de eso, nunca salió con ninguna chica, él era atractivo incluso de pequeño y le gustaba a muchas de sus compañeras, pero a él nunca le llamó la atención ninguna, ni física ni emocionalmente. Cuando se dio cuenta de su orientación, le atraían varios chicos de su escuela, pero en realidad ninguno le gustaba emocionalmente.

En Canadá, desde los ochentas ya se había declarado la igualdad de derechos ante la ley sin importar orientaciones sexuales. Un año después de que Hayden se diera cuenta, en el ochenta y seis, la orientación sexual fue motivo prohibido de discriminación, lo cual hizo que mucha gente declarara libremente su orientación. Afortunadamente, Hayden nunca sufrió de discriminación, todos en su escuela fueron muy comprensivos con él y con otros de sus compañeros y compañeras.

Así que, después de darse cuenta de que no había tenido una relación romántica con nadie, se le venía a la mente aquel chico de nombre Dimitri. Se le hacía muy curioso ya que Hayden sonreía al recordar su expresión preocupada al verlo en el suelo; recordaba el sentimiento de sus manos juntas, ese cosquilleo que recorría por la palma de su mano, pero también recordaba el golpe, el vacío y el dolor que sintió cuando Dimitri apartó su mano, le dolió como si estrujaran su corazón, como si a Dimitri le hubiera dado pena el haberlo tocado en público.

Pero era muy raro, porque se sentía como si lo golpearan, como si ellos fueran una pareja y Dimitri lo hubiera golpeado, ¡cómo es que una pequeña acción lo pudo hundir en tantos pensamientos!, a pesar de eso, lo que más se preguntaba es si Dimitri también pensaba en ese encuentro, si él sintió lo mismo y le angustiaba pensar que tal vez no fuera así.

Dimitri

Dimitri sí lo pensaba, recordaba cada facción de la cara del desconocido, recordaba esos ojos profundos que le gritaban tantas cosas junto con esas pestañas hermosas. Se preguntaba si sólo sería eso, un recuerdo, ¿lo volvería a ver? ¿él lo reconocería de nuevo? Él, sobre todo, se preguntaba si aquel joven pensaba en él.

—Come, hijo —decía Stacy burlándose de su madre.

—Sé que ya lo dije varias veces, pero no es para que te burles de mí —contestaba Jenna.

—¡Ay, mujer! Mi hija hizo una pequeña broma, mejor coman ustedes dos —decía Nikolay refiriéndose a Jenna y a Dimitri, alzando cada vez más la voz—. Bueno, Stacy, dime ¿ya viste la universidad? —dijo cambiando su rostro serio por uno muy sonriente cuando volteó a ver a Stacy; Dimitri se preguntaba cómo una persona podía cambiar su gesto tan rápido— Está muy cerca de aquí...

—Sí, papito. Fui y era enorme, la verdad espero ansiosa por ir, sólo tengo que esperar hasta mañana.

—Claro, ahora que lo recuerdo —dijo Nikolay volviendo a su rostro serio, volteando su cara hacia Dimitri—, las inscripciones son mañana, como tu escuela no tenía un convenio, perderás estos últimos dos meses, pero no es problema ya que te dejarán un puesto disponible. Lo que pasa es que soy jefe del director de la universidad —decía Nikolay presumiendo y recibiendo sonrisas de parte de Stacy y Jenna—, así que entrarás a la escuela de negocios en agosto.

—Sí —Dimitri, por más que sufriera a diario, siempre tenía la intención de llamar padre o papá a Nikolay, sólo que sabía las consecuencias que eso conllevaría.

Hayden

—¿Qué vas a hacer mañana, mamá?

—No está confirmado, pero me dijeron que íbamos a tener visitas en el edificio, así que me tocará recibirlos porque serán clientes potenciales o algo así.

—Qué bueno —dijo Hayden masticando su comida con la boca abierta.

—Come bien, Hayden —dijo Gianna algo molesta—, ¡oh, cierto! ¿recuerdas al señor Morales?

—¡Claro! Él es el que te dio tu primer empleo y fue el que me recomendó para hacer mis críticas y, por supuesto, mis viajes.

—Bueno, pues creo que él es uno de los que recibiré mañana.

—Eso es genial, mamá. Dile que le mando saludos.

—Claro. ¿Por qué preguntabas qué haré mañana?

—Ah, nada. Pensé que podríamos salir o algo, yo no haré nada, así que...

—Oh, cielo, tal vez podamos salir el martes.

—Claro, no te preocupes... —sonrió con la boca llena de comida, contagiando su risa a su madre.

La puerta sonó, se escuchó como gritaban "¡Correo!", Hayden se levantó haciéndole una seña a su mamá para que supiera que él iría.

Al recibirlo, se quedó viendo los correos, había como cinco sobres blancuzcos, pero le llamó la atención uno color naranja, se dio cuenta de que era para él, así que lo empezó a abrir.

—¿Todo bien? —dijo Gianna intentando asomarse a la puerta mientras seguía sentada frente al comedor.

—Sí —dijo Hayden distraído, dirigiéndose al comedor al mismo tiempo que iba abriendo la carta. Se sentó y le pasó las demás a su mamá.

—¿Para ti?

—Sí.

—¿Qué dice?

—"Señor Durance, nos alegramos de contactarnos con usted mediante este medio para invitarlo a Toronto, Canadá y realizar una entrevista al nuevo jefe del banco RBC. La entrevista será el miércoles diecinueve de este mes en curso. Esperamos su respuesta."

—Al parecer ya tienes algo que hacer —dijo Gianna sonriendo.

—Así es, pero me iré desde mañana.

—Perfecto.

Mi razón para seguir adelante ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora