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"La medida de lo que somos es lo que hacemos con lo que tenemos" —Vince Lombardi.

Dimitri

—Ya despierten, no alcanzarán el vuelo y no verán ni a Johan ni a Hayden —Dimitri tenía una tarea, sólo una tarea la cual era muy difícil, más de lo que pensaba: Despertar a Park y a Collin, es el trabajo más pesado que jamás había tenido, simplemente no se movían. Había intentado con ruidos, empujones, incluso agua, pero descubrió que sólo una cosa sería capaz de levantarlos...—, pero bueno, no es tan importante como el desayuno, ¿no es así?

El olor del tocino friéndose y el sonido del café cayendo en la cafetera era lo único que despertaría por completo a los chicos, y así, luego de desayunar, podría ir a la escuela.

—Ya, ya —dijo Collin mientras caminaba a la cocina y se tallaba la cabeza.

—Te oí la primera vez —añadió Park, gritando desde el cuarto.

—No pareció, créeme —agregó Gianna.

Ella iba saliendo de su cuarto, le dio un beso en la mejilla a todos y tomó un pan rápidamente. Llevaba puesto una blusa blanca de botones, una falda negra y unos tacones altos.

—Ya me voy, alguien tiene que trabajar en esta casa —bromeó—. Chicos, salen en cuatro horas, tienen una y media para alistarse e ir al aeropuerto y Dimitri tiene que llegar puntual a las nueve de la mañana. Buen viaje y, Dimitri, te veo en un rato.

—Sí, señora —dijeron al unísono, viendo cómo Gianna salía caminando, directo al bufete de abogados.

Mientras Collin y Park desayunaban, Dimitri fue rápidamente a alistarse para ir a la universidad. Los lunes, miércoles y viernes trabajaba en la universidad, específicamente en la biblioteca, le pagaban por sellar libros y ponerlos en un carrito..., y el resto de los días, con excepción en domingos, trabajaba con Tito en el bar. Aquel día era un miércoles temprano, tenía que despertar a los chicos para que pudieran tomar su avión hacia américa del sur y así ver a Hayden y a Johan en Brasil mientras que Dimitri iba a jugar de bibliotecario..., ¡qué vida! ¿no? No.

Aunque, sólo era un mes, además, él estaría con Gianna, la cual era una señora muy bella y simpática a la que nunca se le acababa la plática, así que solo no estaría. Y también había que hacer dinero, pero no sólo eso, tenía que salir y aprender cosas, le encantaba aprender cosas nuevas. Dimitri, una vez, cuando era más pequeño, comenzó a pensar diferente las cosas, pensaba en que el mundo es sólo eso, un mundo en el que viven millones de diminutas células y que está formado de millones de células y que forman parte de un universo lleno de células, así que él era un diminuto grano de arena en un desierto. De esta forma, con una esperanza de vida de alrededor de ochenta años, quería aprender todo lo que un ser humano pudiera, quería aprender a cocinar, nadar, cabalgar, conducir, hablar en muchos idiomas, conocer a mucha gente, viajar a muchos lugares; quería dejar de ser un hombre que se preocupaba por su economía y la política, quería sólo ser un humano experimentando y aprendiendo junto con los avances tecnológicos.

Pero, además de este pensamiento en el cual es diminuto e insignificante y por ello deseaba hacer todo lo que pudiera, cuando conoció a Hayden y experimentó por primera vez lo que era tener un compañero de vida, se dio cuenta de que una vida acompañada, en el calor de una casa junto con alguien amado sin importar qué tan caro salga el recibo de luz y el gas, era tan agradable como experimentar todo lo humanamente posible solo.

Ese tarareo... era perfecto; era una combinación de ambas ideas, ya que era generado por su pareja y era una acción humana que irradiaba felicidad.

Mi razón para seguir adelante ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora