Junio de 1991
"Vive como si fueras a morir mañana, aprende como si fueras a vivir para siempre" —Gandhi.
Hayden
A veces las cosas pasaban por algo, a veces es improbable saber qué pasará, pero es importante saber que las coincidencias no existen. Formalmente, llevaban juntos un año y medio, la última navidad fue maravillosa y Hayden se alegraba de haber convencido a Jenna y a Stacy de ir también, se dio cuenta de que eso alegraba mucho a Dimitri.
Al fin se habían tatuado, Hayden tenía en su tobillo un sol ya que, al menos lo que Dimitri le dijo, era la alegría de la casa —de la suya y la de su madre—, así que nadie brillaba tanto como él. Esas frases que ellos dijeron por decirlas son frases que, aunque no se den cuenta, son verdaderas, y eso lo alegra ya que demuestran que lo aman, que su familia lo amaba.
Agradecía todo, sonreía para todos, quería un cumpleaños feliz.
Las fiestas y las sorpresas eran características de los Durance, pero esta vez, ni Dimitri ni Hayden lo habían esperado. Los chicos habían juntado los cumpleaños de ambos, Dimitri nació el doce de junio y Hayden el trece, así que se las ingeniaron para que en la noche festejaran. La noche del doce la pasarían en el Black Eagle, festejando y divirtiéndose, y la madrugada del trece sería en casa de Gianna, nuevamente festejando.
Primero, llevaron vendados de los ojos a ambos hasta el Black Eagle, fue super extraño el cómo Hayden reconocía la ruta sin ver, como si fuera a diario. Al llegar, los recibieron Tito, Harry, Maurie e Isaac, incluso el guardia de seguridad los felicitó. Estuvieron durante horas, comieron pastelillos e incluso jugaron juegos de mesa y cosas así. A Hayden le alegraba ese ambiente, le gustaba ver que Dimitri se divirtiera en su cumpleaños; él, de cierta manera, se sentía como culpable de que Dimitri no haya tenido buenos cumpleaños así que —de cierta manera— quería compensárselo, y su felicidad era la felicidad de Hayden.
Las reflexiones nunca fueron el fuerte de Hayden, él quería actuar y divertirse sin pensar tanto las cosas y estaba en todo su derecho, pero en esas fechas, él estaba muy reflexivo y sobre todo agradecido. Agradecía que el amor era parte de su vida, que el dinero fluía y que había salud, al menos en sus seres queridos. Reflexionaba, pensando en las cosas que aún no había hecho, pero quería hacer; en las cosas que había hecho acompañado y solo, y las que aún faltaban por hacer; pero lo más importante era que reflexionaba si había sido buena persona, tenía la preocupación de haber sido malo o egoísta, no quería ser así ni para él ni para los que lo recordaran.
Así que se disculpó consigo mismo, se quitó las penas y preocupaciones perdonándose y siguió con su celebración de otro año más, únicamente un año más.
Después de estar en el bar, todos fueron a la casa de Gianna, estuvieron bailando y escuchando música, ahora era el cumpleaños de Hayden, era su oportunidad para gritar y alocarse y lo hizo, no quería quedarse con las ganas. Bailó y rio con su madre, bromeó con sus amigos y sonrió con su pareja, no pedía más, era plenamente feliz. Nadie estaba tan reflexivo como él, pero sólo uno se dio cuenta.
—Hayden, ¿todo bien? —preguntó Dimitri, llevando a Hayden al cuarto de arriba.
—Sí, todo bien —dijo sonriendo. Dimitri lo abrazó, respiraron juntos y lo volvió a ver a la cara.
—Hayden, ¿todo bien?
—Dimitri, gracias. Estoy más feliz que nunca —Dimitri sí le creyó en la segunda vez.
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Mi razón para seguir adelante ✔
Teen FictionEl miedo puede ser considerado como una emoción vacía por algunos o como una enorme experiencia por otros; con el amor pasa lo mismo, pero Dimitri no tuvo esa vivencia hasta que conoció a Hayden. En la casa de los Cavey, Dimitri vivía a diario con e...