Diciembre de 1990
"No importa lo pobre que es un hombre, si tiene familia es rico" —Dan Wilcox.
Dimitri
Era su segunda navidad con los Durance y su familia. Un año desde que se hicieron promesas y un año desde que se dio cuenta de que su nueva familia era la razón por la que era tan feliz. Habían regresado del viaje a México, los chicos pasaron Halloween allá y Hayden lo llevó a conocer muchos lugares.
Ciertamente era el trabajo ideal, estaba con sus chicos y ganaba dinero —mucho dinero, en realidad— por hacer lo que le gustaba en verdad, estaba escribiendo y mientras más lo hacía, juntaba el dinero para pagar la mitad de la casa. Aún no se hacían los tatuajes, pero esa era la sorpresa que le daría a Hayden de navidad, quería darle algo que fuera para siempre y ese tatuaje era una marca en el cuerpo que gritaba su unión más allá de una relación.
Comenzaron una tradición, en realidad fue idea de Tito; él dijo que cuando era pequeño su familia hacía un intercambio de regalos para esas fechas, se metían papelitos blancos con los nombres de la familia en un frasco, lo agitaban y cada quien sacaba uno de ellos. El nombre que les tocaba era a quien le debían dar un regalo, podía ser algo comprado, algo hecho a mano, pero debía de ser algo significativo para la persona que lo recibe.
Así que, a una semana de navidad, todos se reunieron en el Black Eagle, eran diez personas en total contando a Dimitri, revolvieron los papeles y a Dimitri le tocó Gianna, aun así, planeó darle un regalo pequeño a cada uno. Le preparó su regalo a Gianna, eran las fotografías impresas que se habían tomado; estaban fotos desde que empezó a salir con Hayden, cuando conoció a la familia, cuando comenzaron a viajar y muchos más bellos recuerdos ya que la señora Gianna le había dicho que quería colgar imágenes de sus muchachos alrededor de la casa, el presupuesto no alcanzó para comprar los marcos, pero al menos ya tendría las fotos y los marcos los elegiría a su gusto.
Estaban en casa, las vacaciones eran geniales, aunque el trabajo de viajar era como vacaciones gratis. Aunque no era lluvia, Hayden y Dimitri cumplían uno de sus sueños: viendo la nieve caer desde la sala de su propia casa. Había chocolate caliente, muchas cobijas calientes al igual que la ropa y la compañía de cada uno.
Un suspiro tuvo gran cabida en el anterior silencio, Hayden estaba en la cocina sirviendo chocolate en una taza blanca y Dimitri veía a través de la ventana.
—¿Qué? —preguntó tiernamente, con una sonrisa al escuchar el suspiro de Dimitri.
—Nada... —dijo sin apartar la vista, maravillándose con aquel color blanco y mágico de la nieve.
—Dime —insistió caminando hacia él, en los pies sólo tenía unas calcetas grises que le había regalado su madre, llevaba el chocolate para sentarse junto a Dimitri.
—Nunca había visto la nieve tan... blanca —le sonrió a Hayden una vez que se sentó.
—¿Cómo? —preguntó confundido, pero chistoso— Pensé que en Rusia nevaba —tomó un sorbo de su chocolate.
—No, claro que sí —rió—. Me refiero a que... aquí se siente... mágico —dijo viendo hacia afuera.
Tenía razón, en cierto sentido, porque cuando estaba en Rusia, había presión y tristeza, no había magia que alegrar su día nevado. Sólo sentía frío y soledad; recordaba uno de esos días, estaba sentado viendo la ventana desde el comedor, nevaba, pero Nikolay le gritaba que dejara de jugar y comiera, le gritaba que se cambiara y vistiera bien porque habría visitas. Cosas así eran las que no lo permitían ver la magia en la nieve, pero ahora tenían toda una familia con la cual compartirlo.
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Mi razón para seguir adelante ✔
Fiksi RemajaEl miedo puede ser considerado como una emoción vacía por algunos o como una enorme experiencia por otros; con el amor pasa lo mismo, pero Dimitri no tuvo esa vivencia hasta que conoció a Hayden. En la casa de los Cavey, Dimitri vivía a diario con e...