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"No imaginas lo fuerte que puedes llegar a ser hasta que ser fuerte es la única alternativa" —Anónimo.

Dimitri

Llevaba un conjunto de ropa, un cepillo, pasta de dientes, un peine y desodorante; su cámara fotográfica, suéter y dinero que tenía guardado.

—Ya me voy, los veo el mañana —dijo saliendo de su casa, saltando sonriente, yendo hacia su trabajo. Iba muy contento, quería conocer a la famosa Gianna, de la que tanto hablaba Hayden, quería conocer a sus tres hermanos y quería conocer el lugar en el que había crecido Hayden. Quería ver el álbum vergonzoso que todas las madres tenían de sus hijos cuando eran bebés, Dimitri no tenía uno... Como sea, quería conocer lo más que pudiera de Hayden. Dimitri sentía que necesitaba conocer a fondo a Hayden porque, como una persona que sufría a diario, no quería que su persona más importante sufriera también.

Al llegar a su trabajo, comenzó sus labores, estaba feliz y sus compañeros lo pudieron notar.

—Estás muy alegre hoy —dijo uno.

—Me alegro —agregó otro.

—Sí, casi nunca lo estás —observó el tercero.

—Lo sé —dijo pensando y sonriendo—, yo también me alegro.

Hayden

Estaba llegando al Black Eagle, al estacionarse, se dio cuenta de que los chicos iban llegando así que bajó rápidamente y los alcanzó.

—¡Hola! —les dijo llegando.

—Hayden, ¿qué te trae por aquí? —dijo Isaac abrazándolo.

—Ay, eres tonto, Isaac. Viene a ver a Dimitri —dijo Harry.

—Oh, claro. Pensé que venía a verme a mí —dijo Maurie bromeando.

—Pasa, pasa.

Al instalarse, las horas pasaron junto con bromas y risas. Hayden se dio cuenta de que la historia de cada uno de sus amigos era distinta, lo único en común era que se conocieron en la universidad. Harry era el más maduro, tenía una personalidad muy protectora y parecida a la de Johan; tenía veinticinco años y era de Canadá, de Vancouver precisamente. Isaac era europeo, él era el mayor con veintisiete años y aquella cicatriz tan característica que tenía la consiguió al pelearse con su padre, una historia que no le contaron detalladamente, pero que comprendía que, al irse de su casa, su padre no lo aprobó y originó una pelea. Y Maurie era el de en medio, era moreno y alto, precisamente de Brasil; cuando se fue a vivir a Canadá, entró a una universidad con beca y ahí conoció a los demás.

Hayden pensaba en sus amigos y en lo parecidos que se eran; se preguntaba si ellos llegarían a ser así como Harry y los demás, se preguntaba si igual podrían tener una amistad de más de diez años. Pensar en un futuro con ellos, era un futuro completo, se hizo aún más preciso cuando conoció a Dimitri y pensaba en un futuro con los chicos y con él, además de su madre.

A los que llamaba hermanos y al que quería como su pareja; era un futuro incierto, pero muy bello.

Las horas pasaron, eran las cinco y Dimitri no llegaba; Hayden comenzó a despedirse lentamente, como haciendo tiempo por si llegaba Dimitri.

—Me voy, él ya no vino así que supongo que mañana vendré de nuevo—dijo una vez de pie, poniéndose su suéter.

—Claro, amigo. Hasta mañana —dijo Harry, alzando su vaso como despedida.

—Antes de irme, les quiero preguntar... ¿cómo es que siempre están aquí? Me refiero al bar, siempre que vengo están y Dimitri dice lo mismo...

Mi razón para seguir adelante ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora