Capitulo 14: Promesas

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Aquella tarde de verano el sol resplandecía en lo más alto de la montaña, las hierbas y ramas bailaban en regocijo al compas del viento fresco. Entre el montón de tierra ligeramente húmeda por el agua proveniente del río, Eren escarbaba un hoyo por simple entretenimiento a ese día aburrido a su parecer.

— ¿Qué estás haciendo, Eren? — Preguntó una voz femenina llegando desde su espalda.

— Nada, sólo estoy aburrido, en este pueblo nunca pasa nada interesante— Dijo de forma sosa mientras sacudía la tierra de sus manos. Aquella mujer rubia y de mirada azulada a penas vió el rostro de aquel niño rió con ternura—. ¿Qué es tan gracioso?

Ella sacudió su cabello castaño a la vez que negó levemente tapando su sonrisa con la palma de la mano.— No es nada, querido. Cuando seas mayor vas a apreciar los momentos en los que podías quejarte de no hacer nada, la vida adulta es complicada, disfruta mientras aún eres joven, eso decía mi papá.

— ¿Por qué todos los adultos dicen eso? No sé ustedes, pero cuando sea mayor haré todo lo que quiera cuando quiera, estoy seguro que no voy a envidiar nada — La mujer volvió a mirarlo con esos ojos burlones, cosa que hizo sonrojar las mejillas del menor ante la vergüenza—. ¡No te rías!

— Lo siento, lo siento. — Se disculpó entre risas mientras Eren le dedicó una mirada molesta, que debido a su apariencia infantil no era nada intimidante en lo más mínimo. La tarde comenzó a pasar de forma pacífica hasta que una niña con algunas flores entre sus manos llegó junto a ellos a la colina.— Mikasa, ¿Cómo te fué con la recolección de rosas?

— Conseguí muchas, traje para ustedes, para mis papás y también para los tuyos Eren — Le entregó una rosa roja a la mujer rubia y al niño castaño—. No sabía cuál serían sus favoritas, pero el rojo es muy bonito ¿Les gusta?

— Están muy lindas, las rosas son mi tipo de flor favorita. — Dijo con dulzura haciendo a la pequeña niña de cabellos oscuros sueltos y vestido blanco sonreír.— ¿Qué dices Eren, son lindas, no?

Pero Eren no respondió, cosa que hizo creer a Mikasa que no le habían gustado la rosa que le trajo, reprochandose a sí misma por no haber traído más tipos de flores para Eren. Sin embargo, cuando noto la mirada fija de él hacia el otro lado de la montaña se preocupo.

— ¿Qué pasa? — Preguntó Mikasa con preocupación, colocando su mano sobre su hombro en un intento por hacerlo reaccionar.

— Huele a quemado ... — Dijo obligando al aire entrar a sus fosas nasales. Al sentir el olor nuevamente, pudo confirmar se trataba de algo quemado, cuando vió la silueta del fuego asomarse desde los bajos de la montaña abrió sus ojos verdes excesivamente.

— Eso parece cerca de la casa de los Jaeger. — Comentó la rubia mayor asomando su mirada hacia el fuego.

— Mis papás están allí ayudando con la cena para hoy...

Así sin más fueron corrieron hacia bajo la montaña, siendo guiados por los gritos de la gente que intentaba ayudar y por la enorme imágen del fuego que después de absorber completamente la casa que lo originó, buscaba expandirse rápidamente con las otras casas cercanas a ella. La imágen de los cuerpos de sus padres quemados llegaron fugazmente a la memoria de Eren, quien a pesar de tener 6 años en aquel entonces, nunca había borrado de su mente ese momento. Al levantar la mirada de la taza en sus manos, se encontró con una Hanji que lo veía con pena.

— Mi padre se había relacionado con las personas equivocadas por su trabajo como médico, unos hombres mandaron a quemar la casa con él y mi madre dentro. Los padres de Mikasa desafortunadamente también fallecieron ese día por el incendio.

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