Por un pelo de rana calva

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Las piernas le ardían y su cuerpo le dolía con solo moverse, pero aun así debía ir a estudiar no tenía de otra. ¿Por qué nadie le dijo que hacer ejercicio dolía horrores? Estaba en el comedor ya listo para salir, pero esperando el desayuno que el rubio insistió en hacer.

 —No te irás con el estómago vacío maldito nerd, ten más cuidado con tu salud. —Le había dicho Bakugo, ya se parecía a su mamá regañándolo por no cuidarse lo suficiente.

Estaba sosteniendo en su mejilla lastimada una bolsa con hielo que el rubio le obligó a ponerse, era la segunda del día pues al momento de despertar fue recibido por los fríos hielos en la cara y un: "Déjalo allí un rato pedazo de mierda". Era algo molesto sentir el frío sobre su piel de forma tan directa, aunque debía admitir que la hinchazón estaba disminuyendo y el morado no era tan grande como en la otra ocasión.

Su celular sonó, un mensaje de su madre que decía: "Tu padre me llevó a comer a un restaurante lujoso", acompañado de una foto de los dos abrazados, estaban sonriendo y se veían felices.

Una llamada entrante apareció en la pantalla y él contestó. 

—Buenos días mamá —dijo el pecoso mientras miraba el plato con huevos fritos y pan tostado junto a una taza de chocolate caliente que el rubio cenizo le puso al frente.

—Buenos días, cariño te llamo para decirte que no llegues tarde a clases —habló la mujer con tono dulce a su retoño.

—Dile que se porte bien y que lo amo. —Pudo oír a su papá gritando al lado del teléfono de su madre.

—Dile a papá que también lo amo y no se preocupen ya estoy listo para ir a estudiar, desayuno y me voy. —El castaño no pudo evitar sonreír, amaba hablar con sus padres y adoraba que estos estuvieran tan pendientes de él.

—Bueno cariño no te quito más tiempo no sea que llegues tarde por mi culpa, y come rápido no te quedes perdido en tus pensamientos mirando a la nada como siempre lo haces, te llamamos después te amo.

De fondo pudo oír la voz de su padre también diciéndole te amo.

—También los amo, diviértanse mucho —dijo el pecoso a sus padres.

Al cortar la llamada el rubio se le quedó mirando, Izuku intentó ignorarlo y solo dedicarse a comer, pero la voz de este le hizo verle directamente a aquellos particulares ojos rojos.

—¿Tus padres saben que te hacen esa mierda que pasó ayer? —preguntó por fin Bakugo, esa duda recorrió su mente desde muy temprano esa mañana y solo se acrecentó con aquella llamada.

—Intento que no lo noten —respondió el castaño.

—¿Y por qué harías eso? ¿Eres idiota o qué? 

El rubio no comprendía a Izuku, ocultar que algo así sucedía era una gran estupidez, una tontería que podría agrandar más de lo necesario el problema, decirle a un adulto era lo mejor que podía hacer para intentar detener a los hijos de puta que lo habían cogido de saco de boxeo o al menos eso creía Bakugo.

—Porque una vez le dije a mi madre, ella fue a hablar con mis profesores y eso solo provocó que todo empeorará, por un mes sufrí un infierno, prefiero las cosas como están, al menos no es algo de todos los días —dijo Midoriya no queriendo que empezara a reprocharle, no quería que justo Bakugo le dijera que era un cobarde por no hacer nada para defenderse, realmente no aguantaría eso.

—Pero... —Intentó hablar Katsuki, pero fue interrumpido por el pecoso.

—Lo siento Bakugo-kun, pero si no me voy ya llegaré tarde. —El castaño no le dio tiempo de hablar solo tomó sus cosas y salió casi corriendo del apartamento.

Cómo invocar a un personaje de ficción [Katsudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora