Maldito reloj

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Esa noche Bakugo terminó en la cama del castaño alegando que no se quería separar de él. Ahora estaba profundamente dormido mientras abrazaba a Izuku pegándolo a su pecho.

Por su parte el pecoso no había podido cerrar los ojos ni un segundo, el sueño se le hacía esquivo. El olor, el calor, las sensaciones y los sonidos del rubio cenizo no le dejaban dormir.

Todo lo que sucedió ese día era una locura, algo que jamás creyó llegaría a pasar, un sueño hecho realidad, más espléndido que cualquier fantasía que haya llegado a tener. Casi parecía mentira, pero no era sí, era verdad y no cabía en sí de la felicidad por ese hecho.

Miró hacia su mesa de noche donde se encontraba su reloj digital justo cuando este marcó las doce en punto, dando así inicio al día viernes.

Viernes, era el día viernes, casi el fin de semana y en solo dos días a esa misma hora Katsuki... No lo había pensado en toda la semana, su mente había huido a tal pensamiento, sin embargo, justo en ese momento de gran felicidad, la realidad lo golpeó dolorosamente. Kacchan se iría en tan solo dos días.

Las lágrimas no tardaron en hacer aparición mientras apartaba la mirada del reloj como si este fuera la cosa más horrenda del mundo, como si su sola vista le quemara, como si se burlara de él.

Katsuki se iría, regresaría a casa y él volvería a quedar solo. Aquella certeza se sentía horrible, desesperante y aterradora. Su pecho dolió, era un dolor sordo que sabía que no podía ser cierto, que no había ningún daño real allí que lo causara, pero igualmente lo sentía, asfixiante y terrible, haciendo que comenzara a sollozar.

No quería que el rubio se fuera, no deseaba perderlo, no sabía si lo soportaría, lo amaba demasiado, estar con él fue de las mejores cosas que pudo haberle pasado en la vida, sin embargo, como muchos dicen todo lo bueno tiene su fin. ¿Por qué no podía quedarse con él para siempre? Porque eso era egoísta. Izuku sabía que pensar así era algo muy egoísta, aun si doliera, aun si le destrozara el corazón, no podía retenerlo.

Midoriya sabía muy bien lo que el rubio dejaría atrás si se quedaba con él. Bakugo tenía un par de padres que lo amaban y de seguro estarían angustiados por su desaparición, también tenía amigos y compañeros preocupados por él y un sueño que cumplir, uno que solo puede hacerse realidad en su mundo. Él no se puede quedar, tiene que irse e Izuku no lo impediría.

Pero aún sabiendo todo eso, no podía evitar sentirse inmensamente triste.

¿Quién no se sentiría triste en sus zapatos? Lo peor de la soledad era que cuando por fin conocías lo que es la compañía el perderla se sentía mil veces peor. La soledad se convertía en algo insoportable, doloroso y desesperante. Además el perder a alguien que amas sabiendo que quizás jamás le volverías a ver era casi una tortura que partía el corazón por la mitad. No obstante, amar era pensar en la felicidad de la persona amada, en su bienestar y su futuro, a veces amar es dejar ir e Izuku estaba dispuesto a dejarlo ir.

—Me gustan los chicos con apariencia adorable, pero que sean fuertes —soltó Bakugo, rompiendo el silencio—. Hace unos meses me confesé a un compañero que es justamente así, me gustaba y tomé el valor para decírselo creyendo que aun si no tenía una oportunidad con él todavía podíamos seguir siendo amigos.

Izuku escuchó decir a Bakugo sin moverse. La voz de este vibró en su pecho sintiéndose bien, alejando solo un poco la nube de tristeza que lo rodeaba.

—Fue un maldito desastre. Él tenía novia, yo no lo sabía en ese momento por eso hice aquella tontería. Ella vio justo cuando me le declaré al idiota, él se había quedado quieto, supongo que no se esperaba que yo le dijera algo así, pero ella no lo vio de ese modo, se enojó y formó todo un escándalo porque no me rechazó de inmediato.

—¿Kacchan? —Midoriya intentó detener su llanto tratando de comprender el motivo por el cual el aspirante a héroe le contaba eso.

—Cuando ella llegó reclamando e insultando yo retrocedí sorprendido. También es compañera mía y jamás la vi actuar así. El idiota estaba desesperado, así que para que ella le creyera gritó: "No soy un maldito gay como él". Estábamos rodeados de gente gracias al alboroto. —Los brazos de Bakugo, se apretaron más al rededor de Izuku mientras enterraba el rostro en su cabello y respiraba profundo, como queriendo calmarse con el olor del castaño—. Eso fue humillante, sin embargo, los días siguientes fueron lo peor. Toda la estúpida academia comenzó a molestarme, me gritaban cosas como: "Y pensar que se mostraba tan rudo y solo era un marica", "ese humor que tiene es solo porque le hace falta una verga en el culo" y otras mierdas por el estilo.

El rubio temblaba conteniendo la rabia que le causaba recordar todo aquello, evitando que sus manos, de las cuales empezó a salir humo, lanzaran fuertes explosiones.

—Kacchan, no tienes que seguir contándome... —Un corto beso en los labios de Izuku no lo dejó continuar, al mismo tiempo que mezclaba las saladas lágrimas de ambos.

—Lo peor fue un día en la cafetería. Yo iba tranquilo con mi comida dirigiéndome a una mesa cuando alguien me golpeó. No me lo esperaba, el imbécil me gritó: "¿Qué piensas hacer marica?" Después me llené de rabia, fue la gota que derramó el vaso, volteé con toda la intención de partirle la cara, pero el primero en lanzar un golpe fue Kirishima, incluso Mina nos ayudó. Una hora después estábamos en la oficina del director, nos castigaron, aún así, como fue un notorio ataque hacia mi debido a mi orientación sexual la institución no nos expulsó, nosotros no iniciamos nada. —El aspirante a héroe le dio un beso en la frente a Izuku, este deseaba tener todo el contacto posible con el pecoso, como si con eso pudiera calmar sus malos recuerdos—. La U.A. tomó cartas en el asunto y pronto el acoso disminuyó. Aún hay hijos de puta que me molestan, pero es tolerable.

—¿Por qué me cuentas esto? —preguntó Midoriya, mientras le miraba a los ojos.

—Me sentí humillado, enojado, ultrajado, traicionado, triste y solo. No soy tan fuerte e irrompible como tú crees, solo soy un chico igual que tú Deku. Sé que me tienes en un pedestal, pero no todo en mi vida es heroico. —Bakugo acarició con cuidado la pecosa mejilla de su novio—. Agradezco al pelo de mierda que estuvo cada momento conmigo dándome su apoyo, el idiota es bueno consolando y alejando a los extras. —Una sonrisa se formó en los labios de Katsuki con sus palabras—. Y a ti, por sacarme todo ese dolor de mierda con tu idiota sonrisa de admiración. Estar aquí contigo me ha hecho mucho bien aunque no lo creas.

Izuku quiso decirle que eso no era cierto. Él solo le causó problemas a Bakugo, malgastó su valioso tiempo y lo arrastró hacia sus problemas, empero no pudo, pues este lo besó dulcemente por un largo tiempo hasta que ahogó su tristeza y dolor.

—También te extrañaré Deku, así que no llores más por mí, porque no creo resistirlo, no podría resistir dejarte sabiendo que sufres. No podría dejar sufriendo a la persona que me mostró que aún puedo buscar el amor —dijo antes de volverle a besar hasta que ambos cayeron profundamente dormidos.

🌸🌸🌸

Un capítulo nuevo, muy sentimental y recordando un hecho, Bakugo se tiene que ir.

Pregunta. ¿Si ustedes estuvieran en el lugar de Izuku que harían? ¿Lo dejaron ir? Difícil decisión.

Si alguien sabe quién es el artista de la imagen de portada díganme, no lo encontré, es que dibuja hermoso.

Gracias por llegar a este punto, estuve corrigiendo la ortografía de algunos capítulos y lamentablemente parece que se perdió algunos de sus comentarios, casi lloró.

Nos leemos en el próximo capítulo o en otra de mis historias, los quiero.

Cómo invocar a un personaje de ficción [Katsudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora