❝Hay una ciudad donde cada persona tiene un color especial y un significado propio.❞
Myoui Mina era paz y tranquilidad, sólo eso, nada más. Después de todo y podía vivir así para siempre.
O eso creía hasta que una persona nueva apareció.
Son Chaeyou...
Cuando la chica de color verde, Jeongyeon, le dijo a Chaeyoung que a Mina no le gustaba el chocolate, la de cabellos castaños casi se cae de espaldas.
¡Ella le había dado un pastel de chocolate! ¡Qué vergüenza!
Podría jurar que su anaranjado tono de piel había pasado a ser un rojo furioso por la pura vergüenza.
Se obligó a averiguar un poco más, descubriendo que a la mayor sólo gustaba de sabores simples. Que prefería cualquier cosa antes que el sabor en el pastel hecho anteriormente. Chaeyoung sólo trataba de ser una buena vecina, pero al parecer todo le había salido mal.
Jeongyeon fue testigo de que Chaeyoung salió corriendo como un rayo, desde la plaza en la que estaban hasta su hogar. Pero justo antes de entrar, vio a Mina junto a su jardín de flores. Parecía haberse quedado cuidando al perrito nuevo de la de cabellos castaños.
Las rosas estaban cerradas por el frío que hacía esa tarde, pero eso no era problema para Chaeyoung.
La menor se acercó con paso decidido hasta la otra y se agachó a su lado.
— Es muy fácil que la gente guste de las flores ¿No?
— ¿Eh?
— Digo, a cualquiera le gusta una flor que tiene un color brillante y es bonita, pero nadie se fija en ella cuando está cerrada. Quien pueda amar a ese capullo cerrado, merece un lugar en éste mundo tan chiquito.
— Mmh...
Chaeyoung pasó su mano sobre las plantas, consiguiendo que las rosas rojas se abrieran con elegancia para darle color al arbusto. Mina estaba impresionada.
De hecho, se quedó sentado allí junto a las flores luego de que Chaeyoung se llevara al cachorro.
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