❝Hay una ciudad donde cada persona tiene un color especial y un significado propio.❞
Myoui Mina era paz y tranquilidad, sólo eso, nada más. Después de todo y podía vivir así para siempre.
O eso creía hasta que una persona nueva apareció.
Son Chaeyou...
Chaeyoung estaba feliz, habían muchas personas agradables en su fiesta. Algunas que conoció en la misma estancia, pero que de igual forma le parecieron buenos amigos.
Pero había alguien a quien no había visto en toda la noche.
Le preguntó a medio mundo, pero nadie sabía donde estaba Mina.
Fue a la cocina y cortó un trocito de pastel, aunque aún no le hubieran cantado el famoso "cumpleaños feliz". Tomó una bolsita y guardó comida en ella, también se robó un gorrito de cumpleaños y salió de la casa.
Cruzó la cerca hasta encontrarse con la puerta de Mina.
Tocó un par de veces, pero nadie respondió.
Chaeyoung pensó que estaría durmiendo, pero escuchó el piano a lo lejos.
Volvió a tocar, con más insistencia, hasta que alguien abrió.
- ¿Qué quieres?
- Y-yo... unnie, no asistió a mi fiesta. Sólo vine a dejarle esto y desearle buenas noches.
- Si no asistí es porque no quería ¿No lo entiendes? Aléjate, no vale la pena esforzarse. No quiero verte.
- Unnie...
Mina no había medido sus palabras, pero notó que el brillo en los ojos de Chaeyoung se apagó.
Son se agachó y dejó las cosas en el piso, luego se fue corriendo.
Una de las lucecitas que estaban dentro de la habitación de Mina se escapó y voló hasta la habitación de Chaeyoung, quedándose allí.
La de la piel azulada se quedó con un gran pesar en el corazón, porque una estrella había llorado por su culpa.
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