❝Hay una ciudad donde cada persona tiene un color especial y un significado propio.❞
Myoui Mina era paz y tranquilidad, sólo eso, nada más. Después de todo y podía vivir así para siempre.
O eso creía hasta que una persona nueva apareció.
Son Chaeyou...
Era una niña, una preciosa niña de ojos azules. Mina estaba adentro de la casa, buscando con desesperación algo para cubrir el menudo cuerpo de aquella personita que había salido de la margarita.
Alguien tocó la puerta, y la de cabellos celestes se vio en la obligación de atender el llamado. Se encontró con Dahyun y su amiga de color rosa, ambas sonriendo y con un globo que decía "Felicidades". Sus mejillas se tiñeron de ese color tan odiado y no tuvo más remedio que dejarlas pasar.
—Ehm ¿Cómo se enteraron?
—¿Olvidas que puedo ver el futuro? Yo ya sabía que esto pasaría —Dahyun corrió al jardín. Chaeyoung se encontraba sentada en el pasto rodeada de flores, se veía muy bonita según Dahyun.
Sólo imaginen a la chica de cabellos caramelos, con su piel naranja brillando al sol y una sonrisa inocente en su dulce rostro mientras miraba a la bebé en sus brazos como si fuera la rosa más preciosa del mundo.
Dahyun se acercó tímida, acariciando con su mano la mejilla de la recién nacida, a lo que una imagen llenó todos sus sentidos.
La pequeña crecería bien, al lado de la chica de la euforia y la de la tranquilidad. Su poder sería la proyección de pensamientos, donde lo que imaginara, podría volverse realidad.
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