❝Hay una ciudad donde cada persona tiene un color especial y un significado propio.❞
Myoui Mina era paz y tranquilidad, sólo eso, nada más. Después de todo y podía vivir así para siempre.
O eso creía hasta que una persona nueva apareció.
Son Chaeyou...
Aquella primera vez que Mina tuvo la oportunidad de admirar a Chaeyoung en todo su esplendor, fue cuando una punzada de puro amor atravesó su corazón.
¿Y cómo no amar tan profunda y dolorosamente a esa joven? Su piel brillaba cada vez que salía el sol, porque ella era una estrella más que pertenecía al cielo azul que era Mina.
Cada vez que Chaeyoung creaba una nueva plantita en cualquier parte de la ciudad, sonreía de forma tan hermosa, que la chica azulada sentía que una margarita crecía en algún lugar del mundo sólo con esa sonrisa.
Y Mina quería llegar a aprender a ser como ella, a no limitarla y crecer juntas.
Mina sabía que estaba enamorada de Chaeyoung cuando la veía y sentía que su corazón saldría de su pecho. Cuando tenía la oportunidad de observar su piel al descubierto cada mañana, de ese color anaranjado y su brillo. Lo mejor, era que podía sentir el amor de Chaeyoung de igual forma en su corazón.
A Chaeyoung le gustaba observar a Mina cuando estaba distraída y hacía cosas cotidianas en casa, cuando sus luces se volvían locas y se movían hacia todas partes cuando se avergonzaba, y ese tímido color azul marino que se asomaba rápidamente en sus mejillas cuando la besaba.
Lo que más le gustaba a Chaeyoung, era que no tenía ojos para admirar un color más bonito que el de la piel suave de Mina.
Todo en ella era perfecto, desde su cabello celeste ligeramente despeinado hasta cuando se enojaba y hacía que sus luces flotaran hasta golpearla, causándole más risa que dolor.
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