❝Hay una ciudad donde cada persona tiene un color especial y un significado propio.❞
Myoui Mina era paz y tranquilidad, sólo eso, nada más. Después de todo y podía vivir así para siempre.
O eso creía hasta que una persona nueva apareció.
Son Chaeyou...
Ambas chicas, azul y naranja, se encontraban sentadas en la casa de la más alta, sobre la extensa alfombra de la sala llena de colores vivos.
Chaeyoung se entretenía contándole a Mina el por qué le gustaban las mariposas, el hecho de que le gustaría ser una para ser portadora de belleza y volar libre hacia nuevos lugares. Su diestra se abrió para dejar salir la silueta brillante de una mariposa simulando el vuelo de esta misma.
Y a pesar de que Mina no emitiera comentario alguno, le encantaba escuchar a la menor. Disfrutaba el tono melodioso y algo juguetón de la voz de Chaeyoung.
Se perdió del todo cuando Chaeyoung empezó a reír, pues su brillante creación se había puesto sobre el cabello celeste de ella.
— Unnie, realmente me gustas.
¿Por qué? ¿Por qué Son Chaeyoung debía ser tan espontánea? ¿Era justo que ella tuviera el poder de crear ese color azul marino en las mejillas de Mina sólo con algunas palabras?
Mina creía que no, no era justo.
Así que, con decisión, se acercó un poquito más a Chaeyoung y puso su índice en la mejilla de la otra.
— También me gustas, Chaeyoung.
La de cabellos caramelos sólo sonrió, y su sonrisa podía iluminar el mundo entero.
Se inclinó tímida, pues hace días pensaba en cómo hacerlo bien, y besó los labios de Mina con ternura.
Hasta ahora, ninguna sabía que podían combinar sus poderes, pero mientras sus labios se rozaban con parsimonia, dos rosas con luz comenzaron a crecer a sus espaldas.
Eran las flores de Chaeyoung y las luces de Mina en un hermoso acoplamiento.
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