❝Hay una ciudad donde cada persona tiene un color especial y un significado propio.❞
Myoui Mina era paz y tranquilidad, sólo eso, nada más. Después de todo y podía vivir así para siempre.
O eso creía hasta que una persona nueva apareció.
Son Chaeyou...
A Nayeon le gustaba el mar, aunque no supiera mucho de él. Y también le apasionaban los campos, las praderas, las selvas libres.
Cuando la chica de color verde, Jeongyeon, se enteró de ello, pasó todo un día recolectando información y fotografías.
Acomodó cada hoja, de modo que cubriera una de las habitaciones de su hogar por completo, como si la pintura fuera parte de una enciclopedia especial.
Nayeon aceptó ir a la casa de Jeongyeon por un rato, para hablar o volverse de alguna manera más cercanas.
—Tengo que mostrarte algo, Nay. —Oh, claro, Yeon.
Y con los ojos cerrados, Nayeon se dejó guiar al lugar por las manos fuertes de la chica del don de la paz.
No esperaba que al abrirlos, se encontrara con tantas imágenes de distintos lugares, de bosques, del océano, de cada lugar al que había querido ir con tanto anhelo.
—Aún no puedo llevarte a ningún lugar, pero pronto lo haré. Pensé que te gustaría, así puedes sentirte en cualquier parte del mundo con sólo mirar las imágenes.
La piel de Nayeon adquirió brillo y sonrió alegre, algo conmovida por la sencillez y lo especial de su regalo.
El dolor en el brazo de Jeongyeon no se hizo esperar, pero de todas formas ella no necesitaba una simple imagen impresa en su piel para saber que deseaba ver la sonrisa de Nayeon cada día de su vida.
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