La despedida

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—¿Quieren un helado? —dijo la enfermera 

—Si, por favor—dije

—¿Samanta?

—¡Si ¡—dije 

—¿Que si quieres un helado? —dijo Julián molesto

—No, gracias

Patricia se fue del consultorio dejando a estos chicos solos

—No debiste pegarme en el brazo—dije 

—Estabas pensando en otra cosa, ni siquiera parpadeabas—dijo el

—Me pareció muy grosero—dije 

—Lo siento, ya—dijo 

—Ni siquiera sé porque estás aquí si te molesta estar conmigo. 

—Tú lo dijiste

—¿Qué? —dije

—Me envidiabas 

—¿Es por eso que te comportas así conmigo?

—Mira Samanta, todos envidiamos algo de alguien. Yo envidio que tus padres tengan tanto dinero y los míos no. 

—El dinero no es lo importante

—Lo dice alguien que no debe de preocuparse por trabajar. 

—Acá entre nosotros. Mis padres tienen todo lo que quisieron, pero no son felices. 

—Nadie lo es

—Las personas involucran la felicidad con los momentos de satisfacción y despreocupación, es así como creen que vivirán. 

—No podemos manejar la felicidad de la gente, cada quien dice creer en lo que quieran y otros solo dicen sentir cosas irreales. 

—No crees que cuando tienes la confianza con alguien puedes contarle todo sin tener miedo al qué dirá. 

—Todos dejaremos de ser reales alguna vez, sea en un amor o incluso para tener la aprobación de los demás

—¿Sigues molesto conmigo? —dije 

—Eres tonta a veces

—Eso lo sé—dije

—Nunca digas que envidias una vida porque mientras tú envidias la mía, todos quisieran tener la tuya. 

—No lo volveré hacer—dije sonriéndole

—La enfermera se quedó con los helados—dijo Julián

—De pronto nos robó el dinero—ambos empezamos a reír. 

—Los escuche—dijo ella asomándose como un ratón por la puerta 

Ella llego y nos repartió los helados, después de eso empezó hacernos muchas preguntas a los dos. 

—¿Hace cuanto se conocen?

—Desde segundo grado

—¿Y porque Julián donara su órgano a Samanta?

—Necesito el dinero

—Pensé que era porque la amabas. 

—No—dijo negando con la cabeza

—En los tiempos de ahora es muy difícil que alguien quiera salvarlo a uno, y eso sin contar que a nadie le importa si mueres. Eso lo llamo amor, es como ese famoso dicho. Una persona empieza amar a otra, cuando la está perdiendo.

Hasta Que Nuestros Corazones Dejen De Latir.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora