matrimonio

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Rayos de luz invadieron la habitación, después de estar esperando como tonto a Samantha. Su piel expuesta era el deseo exquisito de tocarla, sus senos grandes me provocaban exitaciones. Sus piernas gruesas y con varios moretones me imaginé lo demás, me imaginé ella desnuda frente a mi. A pesar que la veía como mi mujer, ya no podía, ella era mi hermana. Y ni yo sabía si era verdad, aún quería averiguar más cosas y solo eran posibles adentrandome a su familia.

Vague en mi mente, y ella solo me sonreía, sus hermosos crespos azules me iluminaban en alma, bendito sea todas las mujeres.

—¡Este!

Su sonrisa era cálida, tatuada por los mismos anhelos y consuelos de verla amanecer junto a mi cama. Así desnuda tatuaria besos por todo su cuerpo, le cantaría versos al oído. Uno no necesita que le toquen la vida, sino el alma.

—Te gusta esa chica

Era el clase de hombre que veía muchas mujeres, todas me gustaban. Y eso era mal, porque no le prestaba atención a ella. Me daba curiosidad lo que no me pertenece.

—Las mujeres también ven, así que no te quejes

—Si, pero ustedes no disimulan.

—Bueno, come porque debemos llegar al matrimonio de mi tía.

Bocadas grande le daba está chica, hambrienta se comió 5 empanadas. Lo fastidioso que podía ser era que no paraba de comer, y cuando hacía ejercicio no se le notaba.

—Vamos—eructo lo más fuerte que pudo y quiénes estaban a nuestro alrededor nos miraban raros

—Eres muy sucia.

—Soy humana, también eructo, me cago a veces, y que.

—Nadie te va a querer así.

—Y es que al caso, te estoy pidiendo que me quieras, porque yo que lo recuerde nunca lo he hecho, y si planeas o llegas a creer eso. Pues te diré que lo siento.

—Vamonos más bien.

—Sabes que me molesta de los hombres, piden una mujer natural, y se molestan porque  ella muestra su versión original y cuando llega alguien que no es el prototipo de mujer que buscan se van. Ocasionando que ella dude de si misma. Mira, yo no soy de plástico, no soy de las que quiere ser una princesa. Yo no busco un principe azul.

—Entonces trata de no ser original.

—Y tu trata de ser más honesto con tus sentimientos o llegará la hora en la que sientas algo por alguien y no te crea.

Las horas habían pasado tan deprisa, yo hasta hora estaba colocandome el vestido. Los novios llegarían pronto al altar.

Entonces la Vi, con ese traje ajustado, sus grandes glúteos reflejaban lo mucho que estaba haciendo ejercicio, sus brazos estaban casi marcados. Sus piernas eran el doble que las mías, yo al frente de ella era un hueso. Imagines como una boda entre nosotros me provocaron más deseo, a pesar de todo sentía ganas fantasiosas con ella.

—¡Hay que divertirnos!

Sus ojos detonaban Luz, ella era el propio gamma, risa iba y venís entre nosotros. Aún no llegaba la novia y todos estábamos desesperados.  Entonces mi tía apareció, retumbando esa canción de siempre.

—¡Acepta a David como su esposo!

—...Lo acepto

—¿Y usted David, acepta a su esposa Lady como su esposa!

—¡Acepto!

Todos aplaudimos, yo si quería casarme, pero tampoco sabía si era importante hacerlo.

—¿Y ahora que?

—La fiesta es en la otra calle, vamos caminando.

Ella iba con sus hermosos atuendos, una mujer muy risueña y luchadora. Nunca pensé que esa niña había crecido tanto, y tampoco creí que nuestras vidas se habían vuelto a cruzar en ese hospital. Creí que ya la había perdido, pero el destino, la trajo devuelta a mi.

—¿Apúrate!

No sé en qué momento había quitado el ramo de mis manos, parecíamos niños con un ramo de matrimonio. Lo peor de todo era que el mismo color de las flores hacían complemento con su vestuario.

—¿Te casarías conmigo?

Me sorprendía la forma en la que ella tenía más agallas que yo. Luego puso su pie derecho al frente y el otro atrás, ella estaba arrodillada. Me sentí tan incómodo, porque la mayoría estaba acostumbrado a que decía hacerlo una mujer. Mis ojos se abrieron como platos, las personas nos miraban y ella seguía ahí con el ramo.

—¡Si que eres rara!

—¿Julián López ¡Aceptas a tu esposa como tú futura esposa, para serte fiel y cuidarte hasta la muerte.

Me arrodille quedando al nivel de ella, estuve burlándome, pero note que esto parecía ser una propuesta real.

—Si tu te arrodillas, me arrodíllare contigo. Esta propuesta no es para que nadie se arrodille, sino para que ambos estén de acuerdo.

—Solo respóndeme. Quieres una mujer que si es original en todos los sentidos o una que no te complacería en todas tus aventuras. ¿Quieres compartir tu viaje conmigo?

—...Dígale que sí —decian los hombres juntos a sus esposas.

—¡Si, claro que sí!

Imprudentemente la bese, mi corazón latía tan fuerte y mi estómago se recrujia. Sentía un ácido dentro de mi, y mucha calor.

—Eres mía gordita.

—Y tu, eres mío, mi flaco.

En cuanto nos marchamos, la detuve unos instantes para besarla. Mis manos vagaban por los portales relucientes, sus gemidos me satisfacían, lo más delicioso era escucharlos en mi oído.

—Mi Samantha, debemos entrar a la fiesta o terminaré haciéndote otras cosas y yo sé que aún no estás lista para eso.

—Tu tienes el poder de enloquecerme.

—Y tú tienes el poder de que vuelva a creer en el amor.

Rompiendo el beso por milésima vez entramos, no resistí buscar su cuerpo cerca de mi. Aún quería sentir su olor, emanaba cosas dulces, me enriquecía el alma cada vez que me abrasaba, sus sonrisas eran el lamento de mis besos. No pude soltarla, cada vez que bailaba con alguien más sentía arder mi cuerpo.

—¡Se detiene el baile!

Todos empezaron a murmurar cosas ofensivas.

—¡La novia lanzará su ramo! Así que solicita que todas las mujeres  solteras se acerquen a la pista.

—¡Ve!—le señale a Samantha

Me di la espalda para beber algo de licor, y en cuanto me gire, todos estaban aplaudiendo.

—La próxima casada es nuestra jovencita.

—No. Ojalá que no me case con ella.

—Obtuve el ramo—ella se acercó a mi aún estaba admitiendo la idea.

—¡Que bien!—dijo secó.

—No significa que por este ramo sea un compromiso, tranquilo ahórrate las cosas.

En un instante me detuve al ver a Olivia molesta. Así que volví a verla como mi hermana, y no pude pedirle matrimonio, porque cuando ella supiese de todo esto, me odiaria.

¡Soy un maldito cobarde!

Continuará...

Hasta Que Nuestros Corazones Dejen De Latir.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora