¡Papá!

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Las luces rojas y blancas deterioraron mi vista, me gire para ignorar las. Yo estaba ahí, frente a todo el pueblo, era mi punto más débil, que la gente me viera o me ignorara. Mis manos temblaron en cuanto se abrió el portón.

—¡Señorita Samantha!

Después de haber creado cientos de inicios, nunca elegí el final. Dicen que a veces no es bueno planear, pero en este instante si tuve que tener una elección.

—¡Yo me quedo con mi padre!

Largas horas escuché el llanto de mis familiares. Olivia ya se había quedado con la custodia de mi hermano. Y yo. ¿No era lo mismo? ¿Yo, ya era mayor de edad, ya no debían de pagarme la colegiatura, el uniforme o los útiles escolares? En cambio, mi hermano aún estaba aprendiendo a caminar.

—¡Eres una hija...!

Los caminos que se hacen son difíciles de recorrer, yo había renunciado a mis padres, y estaba tranquila...la culpa me invadió en cuanto horas después escuché el teléfono.

—¡Quien habla!

—Acabamos de recibir un reporte debe venir al hospital

La lluvia llego en cuanto mis pies cruzaron esa puerta. Si yo era acudiente de mis papás implicaría que debía de reconocerlos en la funeraria.

Mi cuerpo se enfrió en cuanto lo ví,  mi cuello mando una gran pisca de energía a mi cerebro. ¡Si, es mi padre! Nunca me había sentido tan sola, al menos debieron decirme que los recuerdos vividos se marchan junto con las personas que perdemos. Si era amor que perdía entonces yo también merecía morir.

—¡Si el amor se pierde cuando perdemos a alguien entonces yo ya había dejado de amar hace mucho!

Yo ya estaba cansada, la soledad no era muy simple, era difícil, porque no todos soportamos nuestra propia sombra...después de tantas horas frente al ataúd de mi padre, solo quedaba el olvido...lo odie por mucho tiempo, pero cuando lo ví lleno de materia sin vida. No pude sentir odio, sentía miedo...yo ya había perdido a mi padre, y no sabía que más me faltaba por perder. En cuanto me levanté de la silla los bombillos parpadearon, ¿Era una señal? ¿Mi padre si había llegado a la vida? Siempre he pensado que quien pase a la muerte es porque llegó a la vida. A veces el mundo de la muerte es el que vivimos primero para luego vivir la vida. Y para todo esto hay que morir.

—¡Mija!—dijo mi abuela

Su cuerpo emanaba una sencillez y dulzura al mismo tiempo. Por primera vez en la vida me sentía en un refugio...sus palmas trataban de animarme, pero nada me iba a calmar. Todo dependía de mi salud emocional, no sabía que sentir ahora... ¿Que se debe sentir cuando se van tus padres primero? Yo debí morir primero, ellos debieron vivir más.

Entre en pánico, mi respiración hacía varias pausas. Intente remediar las cosas, mi madre me culpo por todo. Mi hermano no supo ni quién era yo. Mi abuelo estaba enfermo, mis tíos se estaban divorciando. Y yo, contaba los días para ser madre.

—¡Tú lo mataste!

Recuerdo perfectamente el funeral, los velos negros me tapaban por completo, de todos los invitados y los que creímos que irían no se aparecieron. Fue allí que me di de cuenta que cuando mueres, quedas como un recuerdo vacío...Mi padre fue un gran hombre después de todo, ayudó a la comunidad, cuido niños que no eran de el...Y justo hoy, solo estamos nosotros.

—Estamos aquí para despedir al señor Mauricio...Falleció a los 45 años.

—¿Porque mi papá? —empecé a llorar...mi madre estaba peor, mi hermano no entendía lo que estaba pasando así que estaba jugando en el piso. Mis abuelos estaban neutros.

—Lo enterraremos en el cementerio Bosa, sur

La funeraria nos dio una ruta, algunos habían llegado tarde así que se habían perdido la misa. Mi mente estaba en el duelo y en el infierno. Tardamos 30 minutos en llegar, y el camino ya se me había olvidado. En cuanto nos detuvimos, todos íbamos unidos. Tuve la suerte de ir con mi padre en un auto separado. No deje de mirarle hasta que abrieron las puertas para bajarnos.

—¡El señor Mauricio quedará en la 125!

—¿Algunas palabras?

Todos me miraron.

—...suspire para no llorar, era inevitable no hacerlo en estos momentos...Estoy muy agradecida por los padres que me tocaron, han cometido sus errores, pero han Sido rectos conmigo...Los amo papás

Nadie rezo, nadie dijo nada aparte de mí, no sé en qué momento Alberto me había abrazado.

—¡No! —¡Mi papá! —¡Bájenlo por favor!¡No lo entierren! —¡No!¡Mi papá! —Llore en cuanto le echaron cemento.

—¡Mi papá!¡Julián! —¡No! —Alberto lloraba conmigo.

—¡Déjenla llorar! —dijo mi abuela

No podía sostenerme sola, así que por suerte Alberto me ayudó. Reconozco que nunca creí que vería la muerte de mis padres, después de haber estado enferma por mucho, nunca creí estar aquí.

—¡Debo irme! —Si señor, tranquilo ya me puedo sostener sola.

—¡Cuídate mucho! —Estas embarazada.

—Si, lo voy a hacer.

—Recuerda que aquí me tienes, ahora estás sola. Debes irte con tus abuelos, ellos te cuidarán bien. 

—Lo pensaré...Gracias

Todos ya se habían ido, y yo era la única en el cementerio, no podía irme sin decir las cosas que había querido decirle de vivo. Es ilógico que cuando reconocemos errores, los décimos cuando esa persona ya no está.

—Samantha...—Mi abuelo se había devuelto

—Ya me iba a ir.

—¡Ven, vámonos!

—Se nota que a nadie le gustan los cementerios.

—Es horrible. Yo trabajaba en eso y me asustaban. Es mejor irnos.

—¡Abuelo!

—¿Sí?

—¿Quién tiene las cenizas de Julián?

—Su esposa

—¿Y ella las tiraría?

—Pues, sé que ella se volvió a casar con tu ex prometido. Y está otra vez embarazada.

—No puedo creerlo que la vida sea tan rutinaria. Tus hijos repiten tú mismo patrón, estudian, trabajan, se casan, y mueren.

—Lo mismo pensaba Mauricio. Por eso tardo en tener hijos con tu madre.

—Es mejor. Yo fui estúpida.

—No digas cosas ahora, piensa en lo bello que se viene. Ser padre no es fácil, nadie nació aprendido. Es algo que se le va cogiendo práctica.

—¿Abuelo? ¿Tu si querías ser padre?

—Claro...desde que conocí a tu abuela...querer hijos es fácil, pero lo más difícil es elegir la mujer correcta.

—¿Y no te arrepientes de nada?

—No. Porque si pude coincidir y casarme. Es porque estaba planeado, lo demás fueron experiencias.

—Me alegra que estes a gusto con tu vida.

—Eso es cuando tomas buenas decisiones. Si te sientes a gusto por ser madre, es porque tomaste una decisión. Y por eso sabes que puede acabar bien, o no. Pero para eso hay que arriesgar cosas. Tu padre arriesgo muchas cosas cuando estabas bebé, dejo su trabajo, para cuidarte. No quería casarse, pero lo hizo. No quería más hijos, pero tuvo a tu hermano. El hizo sacrificios. Y todos los vamos a hacer en algún momento de nuestras vidas.

Continuará...

Hasta Que Nuestros Corazones Dejen De Latir.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora