DIVORCIO

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El cielo oscureció y el presentimiento de que otra cosa pasaría me invadió por completo. Las 4 paredes nombraban tu nombre. Si, estaba lejos de la muralla. Mi cuerpo tambaleó como el cantar de los villancicos.

—¡Mami!—dijo mi hijo mayor.

No puedo describir a un hijo, no por su cabello, como luce, una madre tampoco puede elegir entre quien es mejor que los demás. Al final, un hijo, es eso.

—¡Debemos separarnos! —Mauricio sollozo. Estaba feliz por hacerlo. Yo no lo estaba, mi corazón quería salirse, yo quería gritar.

—¡¿Y ahora porque cambiaste?!

—Esto está mal.

—Debiste pensar lo mismo cuando nos enamoramos.

El enamoramiento es una estrella, algún día se apagan los colores, y deja de parpadear el deseo. Me acuerdo cuando tenía 15 años, la ilusión de querer algo bonito, y ahora. Ya me da igual tener miedo, estar sola.

—¡Un gusto me llamo Alberto!

Por mi parte conocí un hombre increíble, era la parte inversa de otros jóvenes. Nunca le gustaba hacer ejercicio, supongo que por eso me gustó, porque no necesariamente me gustaba lo que él hacía, y a él no le gustaban las cosas que yo solía hacer.

—¡Tienes un hijo!—Se sorprendió.

—Si, lo tuve a los 21

—Wow...parecidas ser virgen...dijo aún más sorprendido.

—Bueno...Pues no...Y si te molesta podemos dejar las cosas hasta acá. —dije decepcionada

Tantos meses pasaron y no supe nada de el. Me desempeñe en hacer cursos del sena. En ese tiempo era un poco más fácil con un certificado montar una empresa. En pleno 2019 no están fácil.

—¡Hoy hacemos la inauguración a mi empresa de brownies!

—¡Felicidades!—grito un hombre gordo

Ahí me lo encontré, sabía que no era el destino. El sabía dónde podía encontrarme. Mi hijo se la llevaba bien con Alberto. En especial porque entre hombres suelen ser más abiertos a temas de pareja o creo que sucede por cuestiones de masculinidad

—¡Buenos días, señor Alberto!

—¿Cómo estás?

—Muy bien. ¿Porque no me había venido a visitar?¿Le pasó algo malo?

—¡¿Dónde está tu madre?!

—Aya—señalo el pequeño.

—He querido decirte tantas cosas, pero no sé por cual empezar.

—Lo se, sabía que te daba miedo el compromiso. Cuida hijos ajenos. Yo lo sé.

—Yo tengo un hijo.

—No podemos olvidar el pasado de ninguno de nosotros. Solo podemos enfrentarlo en el futuro.

—Me desaparecí mucho tiempo. Y se que no es mi hijo Julián, pero lo trataré como tal.

—Yo haré lo mismo con Thomas.

Sin previo aviso, estaban en el altar, la entrada triunfal estaba de colores plateados, era la primera vez que el rojo no se hacía presente. Era distinto, no era rojo seducción, era plateado el velo. La novia no iba de blanco, sorprendente verla vestido de negro a su funeral.

—¡Señorita Clara!¿Acepta a Alberto para amarlo y cuidarlos, hasta que la muerte los separe?

Las gotas del sudor caían en el cremoso maquillaje. Eo nerviosismo de ser aceptado provocaba náuseas matutinas. La iglesia era solo para ellos. Pocos invitados habían asistido, después de conocer a Clara. La odiaron profundamente. Alberto la aceptó por desprecio. Rumores como este dicipaban el altar...el amor que el mostraba hacia ella era seco, sin lleno de colores.

—¡Hasta que nuestros corazones dejen de latir!¡Yo te seguiré como tu esposa, como tu amiga!

Las copas chocaron provocando una balada. Música antigua se escuchaba muy poco el estos tiempos. El Reguetón se apoderaba de la cultura colombiana.

—¡Prefiero salsa!—dijo ella

—¡Toma!—Alberto le llevo un plato de arroz con pollo y con salsa de tomate.

—¡No!—Era la música, no la comida.

—A la próxima específica, sabes que no soy adivino.

—Lo siento.

El anochecer se había convencido de reclutar al sol. La apuesta soleada nunca apareció. La foto que habían esperado esa noche, nunca se cumplió. Las primeras promesas son las más fáciles de romperse.

—¡Estoy embarazada!

El escalofrío invadió en su cuerpo. Alberto había estado deambulando en otros cuerpos que no era el de su esposa...Un nuevo bebé implicaba más gastos y tiempo. La desesperación le llevo hacer cosas imperdonables.

—¡Debes cuidarte!—Nunca quisiste ponerte un método anticonceptivo. —Por tu culpa es que el mundo está sobre poblado.

La gente se aprovecha del débil, el frágil. Ella no decía nada. Al menos el espectador podría llegar a una conclusión de los actos. Pero cuando uno es el de la historia. No sabe cómo actuar, o decir las cosas de la mejor manera posible.

—¡¿Estás saliendo con otra mujer?!

—Ni se porque me case—refunfuño

—Yo tampoco. No era necesario, nunca valió la pena.

—Si, estoy saliendo con otra mujer. Y también está embarazada.

—¿Cuánto tiene?

—8 meses. Es un niño, nacerá en abril. Lo llamaremos Maicol.

—¡Nunca pensé decir esto!¡Pero es lo mejor!¡Quiero el divorcio!

Podría decirse que nadie espera que la mujer actúe primero, ella aguanta tiempo, generalmente el hombre espera que una mujer nunca elija sobre su vida. Al casarse eligen por nosotras.

—¡No te daré el divorcio!

—jajajja—¡No llores! Se dijo asi misma.

—Eres mi puta esposa. No lo haré.

—Si nunca me amaste...¿Porque accediste a casarte conmigo?

—Estaba en la friéndome. Olivia, ella me hizo esto al casarse con Mauricio

—¡No!—¡Tú te hiciste esto!—Todos éramos unos niños. En algún momento nos serán infieles, nos romperán el corazón. Y solo por eso, seremos adultos.

—¡Espera a que los niños crezcan un poco! —¡Y te daré el divorcio!

—Pronto me harán la cirugía para no tener más hijos. Así que tranquilo. Tú podrás seguir engendrando más hijos. Porque siempre tiene que ser la mujer que haga las cosas. Ustedes los hombres, buscan una ama de casa.

—¡¿Estás dan dolida?!

—Si yo no soy realista, quien más le mostrará la realidad a todas esas niñas que esperan a su príncipe azul. Si yo no lo hago ¿Quien más lo hará?

—Yo estaré afuera del hospital. ¿Cómo sigues de los senos?

—Me tendrán que operar. ¡Mañana me dirán que es lo que tengo, lo más seguro es cirugía!¡Aunque no quiero!

Continuará...

Hasta Que Nuestros Corazones Dejen De Latir.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora