V Mission

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2 Días después

Hoy va a ser el último entrenamiento antes de la misión, no puedo evitar sentirme algo nerviosa y extasiada con el tema; y es que es la primera vez que salgo de la zona de confort. Cuando terminé de pelear contra Mikasa, quien es la única que conozco y me hace sentir segura; me senté en una banca, donde se encontraba Eren con Armin... han estado observando cómo nos preparamos, muy a pesar de los entrenadores, quienes los miran con ojos recelosos.

— ¿No dijiste que ibas a entrenar con nosotras? — pregunté sonriendo, el castaño se veía muy triste. Ya sabía la respuesta, pero no sabía cómo empezar un diálogo.

—No nos dejaron— habló el rubio, ya que el ojiverde no se dignó a pronunciar palabras.

—Vaya...- suspiré tirando mi cabeza hacia atrás y acomodando mis manos en la cadera para estirarme. El silencio de nuevo se hizo presente entre nosotros. El tiempo de caridad con ellos se ha reducido por las responsabilidades de cada uno.

—No quiero que mueran— susurró Eren mirando atentamente un punto perdido, giré a verlo, algo atónita, no me lo esperaba.

—Vamos a regresar, no te preocupes— añadió Mikasa con su voz tranquila y suave, llegando al plano con una botella con agua fresca, negué con la cabeza cuando me ofreció.

—Por supuesto, tú solo espéranos aquí, ocasionándole problemas a Jean— alcé mi pulgar, él solo alzó su vista y soltó una risita.

—Toma— me agarró la mano y me dio una bufanda amarilla muy bien doblada y limpia que estaba escondiendo en su espalda, que no había visto ni por casualidad.

—¡OH, GRACIAS!- exclamé emocionada y de inmediato me la amarré en el cuello, la verdad es que era más delgada que la inconfundible roja pero así se la había pedido.

Más tarde, cuando sonó la campana avisándonos de que había llegado la hora de la cena, nos dirigimos al comedor, conversando de temas triviales, dejando de lado el tema de la misión a petición de todos.

—¡Estoy muy emocionada! —Gritó Hanji aparentemente muy feliz, miré hacia los lados y todos tenían una cara de espanto, por lo menos los que sabían de lo que hablaba. Bajé mi vista y seguí comiendo tranquilamente, como si nada hubiese pasado, al igual que las personas que estaban en nuestra mesa, nuestro grupo y generación, aunque eso no quitó el hecho de que todo el momento la sala estuvo sumergida en un silencio incómodo y denso.

—Me voy a la habitación, hasta mañana—me levanté seguida de Mikasa que estaba imitando mis acciones con atención.

—Adiós— dijeron al unísono Armin y Eren con una voz apagada y triste. Hay una posibilidad que no regresemos de la misión, pero deben entender que como sabíamos, este camino no iba a ser fácil de atravesar, porque cada sueño por alcanzar tiene acertijos, pruebas que uno acorde avanza tienes que superar.

Abrí la puerta y la pelinegra la cerró detrás de ella. Me acomodé en mi cama, con los pies en el suelo y miré el techo, pensando.

—Presiento de que mañana va a ser un infierno— concluí en voz alta, soltando un suspiro retenido por todo el día.

—No pienses cosas negativas, nos irá bien— escuché como dejaba su ropa en el perchero de manera ordenada. Mikasa tiende a confiarse demasiado, pero algo que voy a recalar es que si se propone algo siempre lo logra, es algo que admiro y desearía tener.

—Yo solo decía... —me levanté, reuniendo toda la energía para cambiarme de ropa a una más cómoda y así dormir tranquila y libre— Maldito el día que crearon los arneses —reclamé al posicionar mis manos sobre los cinturones de mis muslos, con rabia los tiré al suelo junto a las botas.

Uno para el otro (Levi Ackerman)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora