II Old Friends

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Esconder.

Palabra clave que ha sido el pensamiento que se ha impregnado en nuestras mentes lo últimos segundos. Estamos conscientes que ahora nuestro enemigo no son titanes, si no que humanos, con una vida detrás, con una familia que los espera cada día.

Varias noches no he podido pegar los ojos y hundirme en el mundo de los sueños colocándome en las situaciones, y es que, dada la situación, ¿podré matar? Arrebatarle el último suspiro a una persona con mis propias manos.

Estos años hemos practicado con humanos, en combates cuerpo a cuerpo o contra sus herramientas, sin embargo, tenían un trasfondo mayor. Nos enseñaron que, queramos o no, al final la humanidad miraba hacia el mismo lado: "acabar con los titanes y así conseguir la libertad", por ello, a personas como Armin o Jean arrugan la nariz y se niegan de antemano a como el camino se contorsionó.

Cuando se acabe el conflicto, cuando nuestras manos se tengan que manchar de sangre de iguales, ¿seré la misma?

Seguramente no, pero tampoco es que relacione ese cambio puramente negativo, claro que no, la dualidad es lo que mueve la conciencia. Mi punto de vista cambiará, sin embargo, rezo para que no pierda la esencia que me convierte en mí misma. Que asesinar no rompa mi humanidad.

A pesar que las instrucciones son claras y las advertencias han sido expuestas sobre la mesa por Levi, respecto a esquivar las armas o sectores mortales a la hora de atacar o defender, cada uno de nosotros supo enseguida que, llegado la circunstancia, tendremos que ahogar una vida.

"Solo si es necesario"

Suelto un suspiro y observo a mis compañeras dormir plácidamente bajo las prendas abrigadoras. El colchón milimétrico de grosor apenas puede desviar el frío de los fierros de la litera, lo que para una persona convencional sería un suplicio encontrar el sueño.

Pero no para nosotros.

Muerdo mi labio inferior, sentándome sobre la improvisada cama, tan fuerte que una herida que tenía se abre, a pesar de ello el sabor a la sangre y el dolor calma la sensación de pánico que se empezaba a remolinar en el pecho.

Seguramente, desde el primer momento, cuando Erwin cayó y la legión detrás de él como piezas de dominó que nos terminó afectando, la oscuridad nació para atrapar los pies.

Limpio con brusquedad con el dorso de la mano las lágrimas que se me escapan.

Necesito té.

El frescor gélido de la superficie que abraza mis pies descalzos me recibe a cada paso que avanzo, escapando por el umbral de la puerta sin emitir sonidos fuera de la respiración acelerada.

La tetera está hirviendo cuando todo el metal con los dígitos, quemándome.

El dolor queda en segundo plano, pues el raciocinio me lleva a la inmediata realidad.

Los animales nocturnos cantan con libertad fuera de las ventanas, y caminar por la casa ha sido difícil sin luz.

Es tarde, lo suficiente para enfriar la tetera de la última comida.

—No deberías estar despierta, (T/N) —. Una voz masculina aparece por mi espalda. Inhalo profundamente y giro la cabeza para toparme con un chico de claros ojos y cabellos castaños, con una sonrisa cansada.

—No te escucho roncar desde la habitación de las chicas, así que podría decir lo mismo, Eren—. La cocina es pequeña, pero la oscuridad se encarga de difuminar las facciones de su ovalado rostro.

Reposo la espalda baja en el estante, haciéndome a un lado cuando él pasa por mi lado, sirviéndose agua caliente en una taza que llevaba en la mano. —¿Quieres? —. Pregunta, sin mirarme.

Uno para el otro (Levi Ackerman)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora