I Alive

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El tiempo no ha pasado en vano.

O eso es lo que intento pensar cada mañana cuando me tengo que levantar.

El entrenamiento en que me he visto ahogar en las semanas ha sido exhaustivo, al punto en que caigo rendida en el sillón del despacho de Levi apenas me abraza lo acolchado del sillón, teniendo, además, que cambiar nuestra rutina de conversaciones a una donde obligo a mi capitán a escuchar mis ronquidos.

Es vergonzoso, pero lo es más aún cuando despierto a la mañana siguiente la cama de su amplia habitación.

La primera vez que abrí los ojos en un sector que no conocía hiperventilé, buscando señales suficientes para tragar la historia que no se trataba de un secuestro.

Me despojé de las suaves y blancas colchas, saltando por el piso de tablas de madera relucientes, esquivando a su vez los muebles tambaleantes ante la sorpresa.

Con el sueño siendo quitado en escasos segundos, pero con las migas del pensamiento en el aire no se me había ocurrido una mejor idea que abrir la única ventana del cuarto, encontrándome con que ésta me llevaría a unos cuantos huesos rotos o una muerte tortuosa.

Si me hubiese parado unos segundos a analizar, primero habría abierto la puerta y encontrado con el reconocido despacho de Levi, o en otro caso, viendo por la misma ventana, con soldados de la legión de Reconocimiento empezando el día bajo entrenamiento en el campo.

Obviando cada pizca de sensatez, Levi me encontró con la mitad del cuerpo pendiendo del borde de la ventana.

Cuando mi mente se enfrió y fui consciente de la realidad, reí a carcajada limpia por minutos, acallando la severa voz del azabache, quien me reprendió duramente por la situación, apelando a mi idiotez que no negué en ningún momento.

Jean más tarde, siendo el único que sabía de mis escapadas al despacho de Levi (no preguntando más al respecto), vomitó en el suelo ante la risa descontrolada luego de entrenamiento donde lo golpee en el estómago repetidas ocasiones.

Luego de tales ocurrencias y más escapadas con Sasha a la mitad de la noche para robar comida, el caos se hizo presente como manto tortuoso y oscuro sobre toda la legión, siendo objetivo de un transcurso turbio en la historia, donde las otras fuerzas nos ven como criminales al acoger a personas tan importantes como peligrosas como Eren y Krista o, como ahora es llamada, Historia.

Eren es parte de mi vida, gran parte de lo que soy en el presente, por lo que tengo la mente clara de que por ninguna circunstancia me alejaré de él. Me aferraré a la mínima oportunidad y prometo, decreto, ser lo suficientemente fuerte para mover la balanza de la humanidad.

Lo que me ha aspirado gran parte de mi vitalidad es ver a Eren sumido en la desesperación, afectado por una culpa que ha sido atribuida por su poder adquirido con inocencia y desconocida. Me da rabia escuchar en las esquinas abandonadas susurros a gritos acerca de mi amigo, reposando una imagen incorrecta y pretenciosa.

He contado cómo ha estado la situación de forma superficial, pero más allá del horizonte que os acabo de contar, la paranoia se oye como una voz molesta en el oído, susurrando ocurrencias que llevan a perder la cabeza.

Mas temprano que tarde las zonas seguras se encogieron en sentimientos de agobio y los propios compañeros se alzaron en amenazas. Las miradas entrecerradas que brindan algunos a otros es encantadora si la desconfianza está rompiendo la unida legión de Reconocimiento, eso es, por lo menos, la imagen que trabajamos en plasmar en los otros, pues la realidad es que el dicho "la unión hace la fuerza" nos la marcamos con fuego en el pecho.

La legión se cerró en sí misma en protección, creándose, a su vez, divisiones para desviar la atención como clásicos enemigos subversivos.

Por lo que en días me vi en el lindo pero sufrible recuerdo de mis años de recluta, donde caminar con enormes bolsos por largos kilómetros significaban puntajes para medir tu calidad de soldado futuro.

Uno para el otro (Levi Ackerman)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora