Uno para el otro (Levi Ackerman)

XXV Trees

Dos siluetas sobre dos rápidos caballos se vislumbran a lo lejos, siendo vistos por los pájaros, quienes, sin límites, sobrevuelan los aires con libertad, ignorando que, en la espalda de esas dos personas se plasman sus alas en azul y blanco.

—Nunca me ha dicho como se llama su caballo, capitán—. Formula la voz femenina, gritando para ser oída, presionando la rienda de su feroz animal, quien disfruta cada roce del aire en su rostro alargado.

El hombre mira de reojo a la chica. Ve la ilusión en sus ojos, algo que él sabe que ha perdido con el tiempo y experiencia, "quizás soy un esperanzado" se dice para adentros, pero piensa cuidar aquel brillo, no solo de ella, sino de todos sus nuevos cadetes con todo el ímpetu.

—Fabel—. Responde con varios tonos más bajo, de todos modos, es escuchado por quien lo acompaña.

—Es un bonito nombre—. Dice con una leve sonrisa. Levi, sin embargo, siente en la boca un amargo sabor que es creado por ver en ella un fantasma.

Levi está roto, él lo sabe, inclusive ella. Carga sobre su espalda su pasado como un pesado costal, costal que parece estar unido a él con firmes raíces. Varias veces, cuando se da el tiempo de tomar un descanso de su trabajo como capitán y teniente en la legión de reconocimiento y logra respirar, escucha, a lo lejos, una tensión que se va acercando como una carretilla en piedras, lento pero seguro.

Por ello, piensa, ha invitado a Tachibana en un momento donde las sombras empezaban a llegar a él.

Es una buena soldado, con intereses fuertes y provechosas habilidades, pero, aun así, sabe el de cabello azabache que esa solo es la imagen de su interior, la primera habitación en un largo pasillo interminable.

No puede evitar sentirse abrumado con su presencia, es un recordatorio de su pasado, pues ella, al igual que él, tiene asuntos que, quieran o no, no pueden manejar, aunque esos asuntos tengan una vinculación directa con ellos. Ambos se atormentan en soledad y tienen dolores que no muestran a otras personas.

A pesar que él, con seguridad inflando su pecho, le dijo a Tachibana que en varias ocasiones se había adentrado al bosque, es una vil mentira, por lo menos estando en todos los sentidos y centrado en encontrar el bello lago.

Levi mueve los hombros tensos, algo adoloridos por ejercer presión innecesaria. Los dos corceles se introducen en un bosque de largos árboles, con el masculino delante para guiar un camino que no recuerda.

—Este es uno de los pocos bosques que se mantienen en este sector. La mayoría se adaptó al cultivo luego que el muro María cayese a mano de los titanes—. Cuenta de forma ligera. Mirando cada pequeño corte horizontal en los troncos que tiene su nombre grabado por sus cuchillas.

—¿No viven personas aquí? —. Cuestiona ella, buscando movimientos de algún animal. Pequeños rayos cálidos se cuelan por las hojas de los árboles, alegrando la vista mohosa. —Sasha me contó que su padre vive o vivía dentro del bosque para cazar—. Divaga, pensativa. No tiene una relación estrecha con la castaña, pero sería una mentira decir que tal muchacha no se hace querer entre los reclutas.

—Lejos del lugar donde estamos—. Protege, no teniendo real claridad si lo que dice es cierto o no.

Levi mira la tierra, queriendo ver un deje de humedad que podría despejar el camino hacia el lago, cosa que encuentra con unas pezuñas de ciervo, él interpreta.

—Es por aquí—. Señala, doblando por un árbol curvo de ancho tronco.

Tachibana lo sigue, disfrutando el cambio de aires, tratando de esquivar cada pensamiento nervioso. No niega que las señales y reacciones, que gritan cuando el capitán de su escuadrón está cerca es un indicativo que su dignidad como cadete pende de un hilo. No es optimista sobre el asunto, pero como es su primera vez sintiendo tales sentimientos va a darle mimos a su ser, aprovechando cada momento para aprender del mismo, de tirar a la basura las narraciones de los viejos libros de romance.