Recuerdo tal día como el inicio de lo que serían los mejores y peores años de mi vida, el comenzar de un hilo que iría tirando sin saber las reales consecuencias.
Me senté tranquilamente sobre el pavimento plano e incómodo que hacían los peldaños de la entrada de la casa, sintiendo las caricias del aire rodear mi largo cabello que caía en las páginas del libro en mi regazo.
Página tras página el cielo se iba tornando sombrío, disminuyendo las personas que rondaban todos los días frente a la calle de tierra, con bolsas repletas de vegetales en las manos.
Cuando di por terminadas las hojas y la historia tuvo un cierre que me pareció los más insultante para la inteligencia humana, cerré el libro de gruesa tapa, incorporándome para, lamentablemente, volver a una realidad que esperaba esquivar.
La puerta detrás de mi crujió, y la poca luz que ingresaba por las ventanas reveló el armonioso paisaje que combinaba con el olor a humedad y a uva de la casa.
Encendí una vela en la entrada, la que siempre llevaba por los pasillos, viendo la estética rústica y humilde, con detalles de madera y acabados sin terminar a la perfección. El orden tampoco era algo a relucir, algunas decoraciones talladas se encontraban en el suelo y el polvo amontonado en las esquinas iban tomando terreno en las noches.
La fría madera reclamaba a cada paso que daba, siendo ya costumbre al tratarse de un hogar tan antiguo y maltratado.
El suave viento entró por una ventana, obligándome a cerrarla antes de apagar la llama de mi vela fiel. Ahí, mientras el vidrio era estirado para proteger del soplido, un "splash" se oyó bajo los zapatos.
Solté un cansino suspiro, alzando los gastados zapatos para vislumbrar un charco reciente de líquido violeta, otros, con la misma procedencia, yacían secos por todo el suelo en recuerdos poco alentadores, algunos, más preocupante todavía, eran de una tonalidad rojiza.
(...)
Pensaba en ese entonces que con todo lo que soportaba la gruesa piel me protegería del futuro, que ya nada podría empeorar. El plan era tan sencillo como encontrar un trabajo ese mismo año para empezar a ver hacia delante, trabajar y trabajar hasta hacerme de una salida digna, librándome así de mi abusiva madre.
A veces, en oscuras noches en el presente, logro percibir una botella de vidrio estamparse en una superficie y pasos acercándose con violencia.
Las mejores noches me gritoneaba, no recuerdo muy bien todos los insultos, pero era claro el desprecio que mi progenitora me tenía; sin embargo, de vez en cuando esos gritos traspasaban al plano físico.
Aun guardo cicatrices de aquellos arrebatos, siendo mi favorita unas marcas circulares en el hombro, hechas con el calor de un vicio.
Me da vergüenza admitirlo, pero en ese entonces mi inocencia exclamaba por un gesto amoroso de mi madre, intentaba con todas mis facultades darle orgullo, siendo la mejor de la clase o limpiar el hogar para las visitas masculinas que traía seguido al hogar.
Vislumbraba con tristeza el actuar cálido de otras madres, comparándolas con la mía, tan violenta y desapegada.
Me preguntaba seguido que mal le había hecho.
Pero no estoy dejando en evidencia esto para provocar pena, sino para dejar estipulado que, a cada error, a cada tropiezo, hay que levantarse más fuerte.
Esa niña con largo cabello creció para convertirse en una inteligente muchacha, tenía tiempo y las relaciones suficientes con adultos en la ciudad y profesores como para hacerme de una buena biblioteca que me hacían volar con los escritos.
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Uno para el otro (Levi Ackerman)
De TodoTemporada 1: Terminada Temporada 2: En marcha Intenta no morir en un mundo en donde un movimiento en falso significa dejar de existir, sin una marca que naciste fuera de una memoria vacía. "Doy lo mejor de mi para esquivar el dolor y miedo, pero re...