XXIII Black tea

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Veo mis manos apoyadas en el umbral de un enorme ventanal, y subiendo la mirada me topo con un jardín con bellas flores de colores, hay algunas personas regándolas, sin percatarse de mi presencia, todo hasta que una señora de quinta década de cuerpo rechoncho, ojos expresivos y mejillas regordetas endereza su espalda y mira hacia mi dirección. Alza su mano izquierda, la que no está ocupada con una pala en miniatura, me tardo en responder el saludo con ánimo, todo porque reposa, tras ella, un pájaro de hinchado pecho rojo en una cerca. Es precioso.

—Ophelia, ¿Tienes todo listo? —. Volteo, encontrándome con un señor de cristalinos ojos azules, que brillan cuando me ven. —Cariño, ¿Estás bien? —. Cuestiona, acercándose dudoso. Su vestimenta es una camisa amarillenta con pliegues a los costados de los botones, su saco negro lo lleva en el antebrazo derecho.

—¿Nos vamos mucho tiempo? —. Pregunto alzando la cabeza para encontrarme la mandíbula del caballero, quien, con una leve sonrisa triste niega. —En un abrir y cerrar de ojos estarás en casa nuevamente, y ahí tendrás todo el tiempo para ver florecer las camelias—. Coloca su mano desocupada en el hombro, ejerciendo un poco de presión. —En un abrir y cerrar de ojos—. Masculla.

Pestañeo con velocidad, perdida, sintiendo todavía el deje del ultimo toque en el hombro en una cálida sensación. Ya no me encuentro frente al ventanal con bellas vistas, estoy con el capitán Levi en su despacho, ¿Haciendo qué? Lo veo tirar de un cordel verde con sus dedos finos. "Ah, sí, la carta" Entre mis manos se encuentra la lámina de papel amarillenta y con textura ya desdoblada, revelándome una caligrafía cursiva con delicados tocados de tinta negra. Me tardo unos segundos en poder reaccionar. El cerebro me punza, pero mis ojos, pendientes, se mueven solos.

Trago saliva y leo.

"Querida Tachibana.

Lamento profundamente nuestra visita sorpresa, que resultó en algo violento para usted..."

Recuerdo el hombre de ojos claros que estaba con Erwin aquel día. Lo comparo con el rostro del señor del, supongo, recuerdo, pero no, son personas distintas. Me duele la cabeza y tengo sueño, todo es tan confuso.

"...También el hecho de haberla llamado con tanta imprudencia, debe deducir que nosotros la conocemos, y así es, no queremos revelarle el verdadero motivo del por qué sabemos su nombre, no se nos permite, solo nos damos la libertad de decirle que como sabemos aquella insignificante cosa, también conocemos con claridad su historia desde que nació hasta ahora, que entró a la Legión de Reconocimiento..."

¿Tanta cosa para decir que no me van a decir el porqué de las cosas? No me están explicando nada. La persona que ha escrito esto en una letra que no recuerdo haber visto en mi vida parece conocer más de mi que yo, ¿Eso es posible?, tengo las memorias revueltas y ya no sé cuál o qué es mi pasado. Ese recuerdo, aquellas personas, aquel tacto, se sintió tan real. Es la misma habitación de mis pesadillas, solo que, en un ambiente cálido, una burla onírica. Es como si en un momento a otro mi mente se hubiese trasladado, como en un sueño, vivir algo que no has vivido.

¿Habrá sido algo producto de mi imaginación por el estrés?

"Ojalá le guste el obsequio. Le falta un ejemplar para terminar la colección, le ruego con sinceridad que cuide tales joyas, que, aunque no le parezca en estos momentos no se va a arrepentir cuando llegue la hora.

Sabemos que no confías en nosotros, y lo comprendo, las medidas no han sido las adecuadas para crear un acercamiento, sin embargo, señorita, le digo que nosotros no somos los que queremos hacerle daño. Si dejamos que ocurriese, desde el actuar de Marcie (Mi madre) hasta los inconvenientes en las misiones, es porque es para que usted trascienda, aprenda y se supere.

Uno para el otro (Levi Ackerman)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora