Siete dragones

1.2K 117 31
                                    

Adoraba sentir a los chicos tan tranquilos seguían acostados junto a ella, en la noche habían tenido pequeños ataques porque soñaban que ella no estaba y se despertaban sudados y con el corazón en la boca

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Adoraba sentir a los chicos tan tranquilos seguían acostados junto a ella, en la noche habían tenido pequeños ataques porque soñaban que ella no estaba y se despertaban sudados y con el corazón en la boca. Le dolía en al alma haberlos hecho sufrir de esa forma se pasó cuidando sus sueños, era trampa modificar sus sueños para que estuvieran tranquilos, pero lo valía por verlos tan bien junto a ella.

- Se ven adorables durmiendo mis amores, pero muero de hambre.

Todos la miraron con caras adormiladas y con una enorme sonrisa, cada uno a duras penas había ido a darse una ducha antes del desayuno.

- Te portaste muy mal rojita. - George entraba a la tina junto a ella. - Dejarnos ocho meses extrañándote.

- ¿Me vas a castigar?

- Si, te mereces unas buenas nalgadas.

George la recostó sobre él, se frotaba sobre su regazo logrando que ambos jadearan, pasaba la esponja sobre ella con lentitud logrando que gimiera con más desesperación.

- George por favor. - suplique con la voz ronca.

La tomo con rapidez dejándola bajo suyo la dejo recostada sobre el borde elevó sus piernas y se introdujo sin esperar más tiempo.

- AHG cuanto extrañe estar dentro tuyo rojita. - exclamó apretándose con más intensidad.

Dos horas después salía de su habitación con las piernas como gelatina, George la cargo sobre su hombro para que dejará de ir dando tumbos. Le demostró cuanto la había extrañado con fervor, el agua había terminado por todo el piso.

- Me gusta verte así, saber que fue por mí que tienes las piernas temblando.

- Tengo más que las piernas temblando George, te amo mi zanahoria.

- Yo a ti mi amor.

Entraron al comedor donde todos estaban esperándolos para empezar.

- REGLA GEORGE, ALEJA TUS MANOS DE MI HERMANA.

PLOF, mi cara estaba besando el piso.

- GEORGE!!!!

- Estoy bien. - grité, me levanté rápidamente.

- Ayer no te enojaste hermanito. Por favor comiencen a comer no hace falta esperarme. - dije cuando todos me esperaban para empezar a comer, era una regla que la Lady o Lord de la casa fuera la primera persona en dar el primer bocado.

- Ayer lo entendí, te extrañaron, hasta pase por alto que estuvieron en tu habitación toda la noche.

Sirius, Remus y Petunia escupieron todo el jugo de calabaza que estaban tomando.

-¿QUEEEE?

- YO LOS MATO. - exclamó Sirius transformándose en un enorme perro negro y saliendo tras los chicos que salían corriendo del comedor.

La GuardianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora