🍒 Cereza Dieciocho 🍒

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Era de mañana, las siete y treinta y dos para ser exactos, y el fresco viento arrasaba en el exterior de su departamento con potencia, lo que le obligó a cerrar las ventanas para que no haga volar todas sus cosas por el aire. Después de haberse puesto sus zapatillas de deporte Fila y su ropa de entrenamiento, se arrastró hacia la cocina.

Para desayunar se preparó una tostada y un poco de café con azúcar para endulzar su día. Masticó la tostada con una gana que lo sorprendía. Tenía mucha hambre, porque no había cenado ayer. Cuando acabó su desayuno y vio que Cook, así también lo hizo, se dispuso a bajar de su piso para llegar al estacionamiento del edificio y subirse en su coche.

El cielo estaba nublado, con nubes grisáceas que daban la impresión de dejar que lloviera en cualquier minuto del día, sin importar qué, pues el otoño estaba a la vuelta de la esquina, y avisaba su llegada con tranquilas lluvias dispersas. Lo cual le encantaba, amaba el ambiente fresco y frío, amaba la nieve, la lluvia y los días grises. Sin embargo, era gran fan del ambiente veraniego y del calorcito aguantable. Cuando se detuvo en una fila del semáforo, respondió el mensaje que Namjoon le había enviado.

~Está bien, podemos juntar nuestros cumpleaños otra vez, pero te advierto que si todo sale de control, tomaré mis cosas y me iré. Sin darte un centavo. 

Bloqueó el móvil y lo tiró al asiento del copiloto al volverse luz verde y avanzó. Recordó su cumpleaños hace dos años atrás, cuando juntó con el de Namjoon, pagaron por un local en las afueras de la ciudad e invitaron a todos los amigos de ambas partes. Y fue un caos total, las personas se embriagaron y lo que comenzó una tranquila fiesta animada, concluyó con una pelea campal entre los amigos de Nam y los suyos. Y recordó también, la fiesta del año pasado, en donde decidieron juntar los cumpleaños y festejarlo en la casa del mayor, era más tranquilo, con menos personas, juegos de mesa, juegos de shots y piscina libre, pero de alguna manera, volvió a terminar en pelea por hacer que todos se enojen al perder en el juego "Uno", muchos recién habían conocido ese juego y todos querían crear sus propias reglas. Pero al final, un juego como ese no se puede mezclar con alcohol y jóvenes sensibles, como Namjoon había llamado a los amigos de Jungkook. 

Cuando dobló en la esquina de la manzana de la casa de Jimin, se miró en el espejo retrovisor y se acomodó el cabello de su frente, éste día lo llevaba suelto. Bajó del coche y marcó el número del rubio en su celular, esperó que fuese atendido, pero las tres veces que llamó, las tres veces fueron al buzón.

Entró al pasillo que conducía la puerta del apartamento de Jimin y una vez estando en frente de ésta, marcó de nuevo el número del rubio. No lo atendió.

Intrigado por ese hecho, tocó el timbre; una, dos, tres veces y nadie lo abrió.

—¿Qué está pasando? —Se preguntó en voz alta.

Park Jimin ya debía estar listo para salir a correr, ni siquiera lo hacía esperar cada vez que llegaba a su localidad. Por lo que le era extraño. Volvió a tocar el timbre por cuarta vez y esperó unos minutos, pero nada. Recordó que su mayor una vez le dijo sobre la llave que tenía escondido debajo del tapete de entrada y entonces decidió usarla. No quería precipitarse ni verse alguien loco que entraba sin permiso en la casa ajena, pero su intuición le decía que algo estaba pasando.

Al entrar en el apartamento todo era oscuro, las cortinas estaban cerradas y todas las luces apagadas, al contrario del exterior, aquí parecía seguir siendo de noche.

—¿Jiminie? —Llamó en voz alta. —. Disculpa por entrar así. —Caminó a pasos lentos entre la callada y penumbrosa sala de estar, al llegar hasta la llave de la luz, la encendió y todo se aclaró.

🍒 Sabor A Cereza 🍒『KOOKMIN』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora