Risas y llanto.

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Justo cuando se cree que las cosas no pueden empeorar pasa algo que demuestra lo contrario: todo siempre puede estropearse más.

La neófita que había accedido a rendirse estaba sentada en el suelo junto a la hoguera donde ardían los cuerpos de sus ex compañeros. Jasper la observaba con atención, parecía ansioso de verla cometer un error.

—Lo mejor sería que Adara se fuera. No creo que sea solo una visita casual. —dijo Edward sin apartar la vista de Carlisle.

—No. Es mejor que la vean aquí, si se dan cuenta que está sola irían a buscarla. —respondió Alice.

—Yo iré con ella.

—¡No, basta! Relájense todos. —Jasper la veía con decisión, sin duda la ignoraría si creía que lo más seguro sería huir. —Si no me tomaron como rehén cuando estaba en SU territorio y solo éramos tres, dudo mucho que vengan hasta acá para secuestrarme.

—Es cierto, Aro no sobrepasaría esos límites. —intervino Carlisle, dejando descansar su mano en el hombro de Jasper.

Entonces alcanzaron a distinguirlos a lo lejos. Cuatro figuras oscuras se acercaban velozmente hasta ellos, se movían de forma tan sutil que parecían levitar en lugar de caminar o correr.

Sin necesidad de mencionarlo los Cullen se posicionaron frente a Bella y Edward creando una media luna. No parecía un refugio, sino más bien una formación improvisada.

Jasper, quien estaba en el extremo izquierdo, hizo retroceder a Adara, medio ocultándola tras él. Si no hubiera estado tan tenso habría pasado por un gesto sin importancia.

Jane, la más pequeña de los Vulturis, de rostro angelical y dones sumamente sádicos se detuvo frente a ellos. A su espalda iban Félix, tan grande como Emmett y mucho más atemorizante, Alec, el hermano de Jane, igualmente adorable y de poderes letales según había escuchado a Alice, y por último Demitri, quien, según Edward, estaba encargado de seguirle la pista Adara.

Sintió la mano de Bella aferrarse al borde de su suéter, giró levemente la cabeza, sonriéndole de forma casi imperceptible.

—Parece que hoy hicieron nuestro trabajo. —su mirada pasó a la neófita, que se encogió nerviosa, acercándose unos pasos a Adara, ocultándose también tras Jasper. —Bueno, casi todo. Eh, tu, ¿Cómo te llamas?

Jane le sonrió haciendo que su rostro luciera mucho más angelical. La joven soltó un alarido de dolor. Su cuerpo se arqueó forzadamente, dejándola en una posición antinatural.

—No. —susurró Jasper, viendo como de los dedos de Adara salían delgados hilos oscuros.

Los chillidos de dolor se intensificaron y Adara tuvo que obligarse a no ver a la joven o no podría resistir las ganas de ayudarla.

—¿Cómo te llamas?

—Bree. —respondió con la voz entrecortada.

Jane esbozó una sonrisa y la chica volvió a gritar.

—No tienes por qué hacer eso. Te dirá lo que quieras saber. —intervino Esme.

—Lo sé. —respondió con voz melosa. —¿Quién los creó?

—No lo sé, Riley no nos lo dijo. —sollozó, aterrada de que su ignorancia le causara otra sesión de tortura. —Dijo que nuestros pensamientos no eran seguros.

—Se llamaba, Victoria, tal vez la conocieron. —agregó Edward.

—¿Por qué los trajeron aquí? —continuó el interrogatorio, ignorando a Edward.

Turmalina.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora