Entrenar.

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—Entonces, ¿Cómo estuvo el viaje? —volvió a preguntar cuando Bella subió a su habitación.

—Bien, fue lindo ver a mamá y a Bella también le gustó. —se encogió de hombros. —Y verme le hizo sentirse más tranquila, fue como asegurarse por su cuenta que nada me había pasado.

—¿Qué hay de Edward?

—No sé, supongo que también disfrutó salir. Mamá estaba encantada con él.

Charlie asintió levemente, volviendo la vista al televisor. Adara hizo lo mismo, aunque su mente no estaba ahí, con una extraña nostalgia recordaba la noche anterior, cuando su madre y ella se habían ido a sentar a la orilla de la playa.

—Es una hermosa noche, ¿no? —Adara asintió. —Al principio tu idea de salir hasta que el sol se escondiera no me gustó mucho, pero es lindo, todo esta más tranquilo.

Al estar bajo un cielo tan despejado Adara había tenido que ingeniárselas para que su madre no sospechara nada por querer pasar todo el día encerrada.

—Así que Alaska, ¿eh? —Adara asintió con una diminuta sonrisa. —Nunca imaginé que querrías ir a un lugar tan frio.

—Prefiero el frio antes que el calor. —escogió cuidadosamente que decir, debía evitar respirar lo más posible.

—Si, recuerdo lo malhumorada que te ponían los días calurosos. —ambas asintieron para sí mismas. —¿Hay alguien más que tenga planeado ir a la misma universidad?

—Bella y Edward la están considerando.

—Además de ellos dos.

—Solo dilo, ma, no necesitas los rodeos.

—Lo siento, cariño. —le acaricio el cabello acomodándoselo detrás de la oreja. Adara tragó con pesadez, como si la saliva disminuyera la quemazón. —Se que te fastidio mucho con eso, pero... es que lucias tan feliz con él y ahora no quieres ni que lo mencione. Siento que me estoy perdiendo de algo.

—Quiero concentrarme en mí, ma, es todo.

—Esta bien si decides hacerlo, solo no alejes a todos, Ada. Estar sola es horrible en especial si tu lo decidiste en un principio.

—En ocasiones creo que lo mejor que puedo hacer por el mundo es alejarme. —se sinceró.

—No puedes privar al mundo de tu brillo. Tienes mucho que aportar, no dejes que tus inseguridades te sobrepasen.

Adara apretó los labios mientras jugaba con la arena. Una idea impulsiva donde le confesaba todo a su madre y le pedía apoyo se cruzó por su mente, aunque al instante negó para sí misma.

—Te extrañé mucho, mamá.

—Oh, corazón y yo a ti. Espero vengan a visitarnos más seguido, una semana por periodo vacacional, ¿Qué te parece?

—Me parece una gran idea. —al lado de su madre sonreír era extremadamente sencillo.

—Y aprovecharemos el tiempo al máximo, iremos de compras, a comer, surfearemos y me enseñaras todas tus rutinas de cuidado de la piel. —negó.

—Es un secreto, lo lamento. —se encogió de hombros y rio levemente.

[***]

Al llegar a la escuela decidió estacionarse lejos del tumulto que se estaba formando cerca de la entrada a la escuela. Se quedó dentro de la camioneta, sintiéndose inusualmente inquieta y nerviosa. Inhaló con fuerza mientras se ponía las gafas de sol. Antes de salir golpearon levemente la ventana del copiloto, Adara le hizo señas para que entrara.

Turmalina.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora