Sabía que no debía haber salido tan tarde de la oficina. A esta hora parar un taxi es tan o más peligroso que recorrer las diez cuadras hasta mi apartamento eso sí quería evitar atravesar uno de los peores barrios de la ciudad y aún así no era seguro.
Tras andar dos cuadras sentí pasos y murmullos detrás de mí. Tenía miedo a mirar. Así que aceleré el paso. Cuando llegué a la otra esquina un sujeto de piel oscura y una sudadera de una banda de rap a la que posiblemente solo conocía él, me salió al paso y me cortaba el camino, miré hacia atrás y dos sujetos más se me acercaban por detrás. Presa del pánico me paralicé y no sabía que hacer.
Entre palabras groseras y comentarios de índole sexual me agarraron entre los tres y me arrastraron hasta un almacén abandonado, me quitaron mi bolsa y se guardaron en sus bolsillos mi celular y el dinero que llevaba encima. Uno de ellos trabó mis brazos y mientras pataleaba otro me arrancaba las ropas, dejándome desnuda, a la vez que el tercero se desabrochaba la cremallera y con un falo de grandes proporciones comenzaba a violarme. Cuando hubo terminado el primero vino el segundo, ya no tenía fuerzas, y el tercero comenzaba a penetrarme por detrás.
Quedé tendida en el suelo, desnuda, golpeada, ensangrentada y sin conocimiento.
Desperté en una habitación de la cual no distinguía bien el color de las paredes, y en la que ardían velas e inciensos, estaba llena de vendas, y vestía con una simple bata gris, no llevaba ropa interior. Mi agitación despertó a un sujeto que estaba recostado en una esquina en un sillón bastante viejo.
Se acercó a mí con una pequeña jarra con un brebaje que olía espantoso y sabía peor y la cual me hizo beber hasta el fondo. Me trató de tranquilizar, me explicó que me había sucedido, como me había encontrado y me había estado curando hacía ya tres meses.
Dos semanas después de haber recobrado el conocimiento ya me sentía más fuerte y entonces el anciano me lo contó todo, que tras mi desaparición mi esposo había cobrado una póliza de seguro de medio millón de dólares, los cuales había invertido en la bolsa y en poco tiempo había cuadruplicado la inversión original y se había vuelto a casar. Qué el asalto e intento de asesinato había sido idea suya, para quedarse con mi dinero y legalizar la relación que tenía con su amante y qué había logrado sobornar al oficial de la policía que llevaba el caso para que falseara el informe de la investigación.
Me explicó quién era él y que era ese extraño brebaje que estaba dándome a tomar. Resulta que era un viejo chamán y esa posión tenía además de efectos curativos el poder de agudizar mis sentidos y duplicar mi fuerza y que él estaba dispuesto a ayudarme en mi venganza y a recuperar todo lo que era mío si me entregaba por completo a su Dios.
Yo accedí sin miramientos y a la primera luna llena hizo la seremonia. Al terminar, me sentía totalmente distinta, había vuelto a nacer, y tenía en mi boca un anhelo de sangre y venganza típico de un depredador.
En las siguientes semanas, perseguí uno por uno a los tres sujetos que me violaron. A cada uno les corté su virilidad y se las hice comer a pedacitos mientras que atados se desangraban.
Luego le tocó el turno al oficial corrupto de la policía. Lo casé una noche mientras regresaba a casa. 19 puñaladas le di en el pecho, piqué su cuerpo en pedacitos y se los di de comer a los perros.
Mi ex esposo, fue el plato fuerte. Me colé una noche en su nueva casa mientras le hacía el amor a su nueva esposa. Los golpeé a ambos, pero solo lo suficiente para dejarlos inconscientes. Para cuando recobraron el conocimiento, él estaba atado desnudo a la cama y ella, desnuda igual crucificada a la pared. Quería que él la viera morir, así que inicié con ella. Le proporcioné cortes en todo su cuerpo, en sitios no vitales, para que se desangrara y su muerte fuera lenta y dolorosa.
Cuando la última bocanada de aire expiró de sus pulmones, me dirigí a él e introduje en su recto un trozo de hierro oxidado el cual había estado calentando en la chimenea. El trapo que tenía en la boca, logró opacar sus gritos. Lágrimas de sangre corrían por sus ojos.
Me senté a horcajadas sobre él mirándolo fijamente a los ojos, y disfrutando cada segundo que la luz se iba apagado de sus ojos.
Con los dos muertos, vacíe la caja fuerte, tomé los papeles de las acciones y esparcí gasolina por toda la casa. Al salir prendí un cigarrillo y lancé la colilla hacia atrás, dejando a mi paso una abertura al infierno.
A través de empresas fantasmas, logré hacerme con todo su dinero, y ahora me encuentro sentada frente a mi laptop, con un martini en la mano, disfrutando la bella vista que tienen las playas en el trópico.
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Almas Perdidas
ContoMuchas son las almas perdidas que andan vagando por este mundo en busca del amor, de la amistad, de atención, de afecto, de un sentido para sus vidas y para sus muertes. Tú puedes ser una de esas almas...