El bar

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Conocí hace unas semanas a una chica en un grupo de WhatsApp con quién comencé  a platicar pronto por el privado y congeniamos mucho y descubrimos que teníamos varios intereses en común y que además vivíamos en la misma ciudad.
Después de aquel primer día la conversión se enfrió un poco hasta una tarde un -Hola ¿Estás ahí? Apareció en la barra de notificaciones. Era ella nuevamente. Me tomé unos segundos para contestar pero finalmente le respondí con otro
-Hola, sí, estoy aquí, ¿Cómo estás?
-Estoy bien. ¿Te apetece salir a tomar algo? Tú escoges el sitio si quieres.
Mi respuesta fue afirmativa y quedamos a las ocho en un bar que conocía muy bien.
A la hora acordada nos encontramos en el bar. Pedimos unos tragos y la plática comenzó a fluir sola, aunque me era difícil concentrarme ante el escote que tenía delante y la sangre que sentía se iba concentrando en mi entrepierna con sus coqueteos y los roces de sus manos con las mías.
Se paró de pronto y me susurró al oído, voy al baño, encuéntrame ahí en unos minutos.
Abandonó la mesa y yo la seguí instantes después. Entré  y ella agarrándome del borde de mi pantalón me jaló hacia ella, mientras con su mano libre trancaba la puerta y su lengua comenzaba a deslizarse por mi garganta.
Mis manos recorrieron  su espalda y terminaron agarrando sus nalgas.
Ella se arrodilló ante mí, desató la cremallera de mi pantalón y con el movimiento de sus manos comenzó a liberar la tensión q se acumulaba hasta ese momento bajo mis boxers, primero con suaves movimiento hacia delante y hacia atrás, que luego intensificó y a la par que succionaba con su boca  y le daba  pequeñas mordidas me hizo salir de aquel sitio para llegar al cielo en instantes.
Decidí tomar la iniciativa y la coloqué de espaldas apoyándola contra la pared, levanté su vestido y aparté sus bragas. Mi lengua jugueteaba con el contorno de su entrepierna mientras mis dedos se adentraban en ella haciéndola gemir de satisfacción mientras el fruto del placer vertía su néctar sobre mí.
La incliné un poco y comencé a embestirla una y otra vez, mientras ahogaba sus gritos con mi mano y con la otra sujetaba su cabello.
Salí de ella antes de finalizar y una vez más se arrodilló ante mí para hacerme alcanzar el clímax en su boca con una maestría que nunca antes había experimentado.
Nos vestimos y salimos juntos ante la mirada de algunos que esperaban afuera para poder entrar.
Pagamos la cuenta y acordamos vernos nuevamente el próximo viernes en el mismo bar.

Almas PerdidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora