Nunca solos.

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La noche auguraba ser prometedora, finalmente saldría con su salvador desconocido, llevaba esperando por él  desde el último año del pre.

Todavía recordaba el día que lo conoció. Ese día había ido en su auxilio cuando dos hombres no paraban la acosarla cuando marchaba de su casa a la escuela.

Él comenzó a caminar a su lado, y le dijo: Tranquila, yo te acompaño, no te va a ocurrir nada. Cargó su mochila y la tomó de la mano. Después de avanzar unas pocas cuadras, los dos primates desistieron y quedaron atrás.

Pasado el peligro ella le dijo q podía seguir sola, pero él insistió, y la acompañó hasta su casa, diciéndole:
-Una chica como tú no debía estar nunca sola.

Cuando se despidieron, se percató de que no había conocido el nombre de su salvador. Pero aquel extraño había despertado algo dentro de ella.

Pasaron los meses y no lo había vuelto a ver. Se había resignado al hecho de que jamás conocería su identidad. El episodio había quedado en el olvido y jamás volvió a salir sola de la escuela.

Se graduó, y unos meses después ingresó a la facultad de Medicina. Donde siguió siendo una de las mejores estudiantes.

Una noche mientras estaba de guardia la policía tajo inconsciente a un hombre de unos 27 años que había sido agredido durante un asalto. Su cartera había sido robada, por lo tanto estaba sin identificación.

Ella reconoció en su rostro algo familiar, pero no podía recordar dónde le había visto antes.

Estuvo en coma  meses. La policía logró capturar a los dos agresores y él fue identificado unos días después de su llegada al hospital.

Ella estuvo al tanto todo el tiempo del avance del paciente, pues no podía apartar de su mente la idea de que lo conocía de algún lado.

Una noche, mientras ella estaba de guardia, el milagros sucedió. Él despertó. Sus ojos casi marchitos y desorientados la reconocieron enseguida, ella se le acercó a ayudarlo y evitar que intentara ponerse en pie.

Le acercó un vaso de agua y él la tomó con dificultad. Ella le dijo q no se moviera, que iba a buscar al médico responsable del turno, pues estaba sola en la sala.

Él la agarró de la mano, con las pocas fuerzas que tenía y mirándose ambos a los ojos le dijo:
-Una chica como tú no debería estar nunca sola.

Ella supo al instante quien era. Sus ojos se llenaron de lágrimas, y lo abrazó.
Pasó el tiempo y él se recuperó por completo.

Cuando le dieron el acta, ella lo estaba esperando en la puerta del hospital, vestida de una radiante felicidad, lo abrazó y le dijo:
-Te acompaño a casa, un chico como tú no debería estar nunca solo.

Almas PerdidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora