Capítulo 8

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Habrán pasado unos treinta minutos desde que Zea se fue a cenar con Max; yo me encontraba en la lavandería, muchas de las veces me sorprendo de toda la ropa que ensucio en la semana, así que mientras la lavadora estaba en funcionamiento me fui a mi habitación para ordenarla un poco.

Saque la basura, reacomode mi ropa y varios papeles que tenia sobre mi escritorio. Había pasado otros treinta minutos cuando fui a revisar la lavadora para cambiar el agua. Estaba tan concentrada en lo que hacia que cuando sentí dos fuertes manos rodeándome di un gran grito.

—Tranquila nena solo soy yo— dijo Ricardo riéndose de mi reacción. Yo lo mire tratando de definir mis emociones que en este momento estaban al mil por hora.

—¡Eres un idiota! — Le grite aventándolo lejos de mi —¿Quieres que muera de un susto? Y ¿Por qué demonios no tocaste el timbre? — lo vi respirar profundamente y calmarse un poco.

—Lo siento, no quise asustarte pero creí que me habías oído cuando cerré la puerta, y no toque porque Zea me dejo sus llaves—

Cuando estaba mas tranquila regrese mi atención a la lavadora, él se acerco desde atrás, me encerró entre la maquina y el, inclino un poco mi cuello y comenzó a darme besitos a lo largo de el. Mi enojo desapareció por arte de magia y otro sentimiento se apodero de el. Cerré la lavadora y esta comenzó a vibrar por el movimiento.

Ricardo se alejo pero solo para quitarme el pantalón y arrancar mi panti. Me dio la vuelta y me sentó sobre la lavadora.

—Dicen que se siente un gran placer cuando coges sobre la lavadora, comprobémoslo— me abrió las piernas y hundio esa deliciosa boca que hace milagros.

—Oh diossss— se sentía tan.... Ahhhhh. Su boca hacia maravillas sobre mi sexo y la vibración de la maquina debajo de mi me hacia excitarme mas. Siguió con un ritmo lento a veces y rápido otras más, me estaba mojando como nunca y no dejaba de gemir.

No tarde mucho en venirme, cuando ocurrió él se alejo y lo vi bajarse el pantalón y el bóxer, mostrándome su pene erguido y listo para mí

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No tarde mucho en venirme, cuando ocurrió él se alejo y lo vi bajarse el pantalón y el bóxer, mostrándome su pene erguido y listo para mí. Se acerco y entro con una estocada fuerte, así continuo por unos minutos hasta que me levanto se dio la vuelta y de alguna manera que no se explicar se sentó sobre la maquina aun estando en mi interior.

—Móntame, nena. Quiero ver como entro en ti— me apoye en su pecho y aun estando incomoda, logre moverme y era exquisito. Sentir como entraba y salía mas la vibración que estaba debajo de nosotros, desencadeno mi segundo clímax —Eso es nena, mójame con tus jugos—

—¡Dios tienes una boca muy sucia! — dije cuando el efecto de mi clímax estaba disminuyendo.

—Te encanta mi boca sucia— y comenzó a moverse de nuevo.

Perdí la cuenta de las veces que me vine y el no dejaba de decirme cosas sucias que me encendían aun mas. Lo sentí estremecerse y sabia que estaba cerca, lo acerque a mí y lo rodee con mis manos, busque su boca y lo bese. Fue un beso duro y posesivo, nuestros labios chocaban con desesperación, no era suficiente el estar así. Cuando llego mi orgasmo el de él también llego.    

 —Definitivamente diré que es grandioso tener sexo sobre la lavadora— dijo antes de devorarme la boca.

Por fin había terminado me meter mi ropa en la secadora y arreglado mi habitación, limpie la cocina y aspire la sala. Ricardo se estaba bañando mientras yo hacia la limpieza.

Decidí hacer de cenar, a pesar de que no soy una experta en la cocina, disfruto mucho una buena cena hecha por mí. Así que comencé a sacar las cosas que necesitaba para hacer Fetuccini.

Ricardo salió de la habitación, usando un pants y una camisa blanca, el cabello mojado y estaba mas que delicioso

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Ricardo salió de la habitación, usando un pants y una camisa blanca, el cabello mojado y estaba mas que delicioso. Quería arrancarle la ropa y lamer cada parte de su cuerpo, este hombre podría usar una bolsa de basura como ropa y aun así lucir sensual, elegante y sexy.

El se detuvo al otro lado de la isla y sonrió. El muy cretino sabía que lo estaba viendo y lo que me provocaba el verlo así.

—¿Vas a cocinar? — y volvió a colocar esa sonrisa de "mírame soy sexy y lo sabes".

—Si, quiero hacer Fetuccini para cenar—

—Bueno ya que harás la cena, creo que yo iré a comprar la bebida ¿Necesitas algo del súper? — pregunto acercándose lentamente a mi, pero sin llegar hasta donde yo estaba.

—No, tengo todo lo que necesito para la cena— el asintió y desapareció en mi habitación. Me apoye sobre la isla y respire hondo. No entendía como tenia el poder de hacerme sentir así. Ansiosa, nerviosa y deseando su tacto.

Ricardo apareció de nuevo, pero traía tenis y estaba listo para salir. Se acerco por detrás de mi espalda, me tomo del cuello, me volteo y devoró mi boca de manera dura y  posesiva. Le correspondí el beso y cuando nos separamos nuestros labios quedaron hinchados y deseosos de más.

—Ahora regreso—

—Uhum— fue todo lo que pude contestar.

El se fue y comencé a cocinar. Cuando estaba con el pollo, mi celular comenzó a sonar, así que haciendo malabares lo conteste.

—Eres una hija grosera y cruel ¿Cómo es posible que no me hayas llamado? Pero que hija tan desconsiderada eres—

—Hola mama ¿Cómo estas? — 

—Hola mama ¿Cómo estas? — 

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Desastre... A Mediano Plazo (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora