Capítulo 24

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La música comienza y oficialmente la fiesta da inicio. La música que suena es bastante variada y levanto una ceja de manera interrogativa a mi marido.

—Lo siento nena, mi hermano metió su nariz donde no lo llamaban, así que habrá canciones que tal vez nos dejen en ridículo— solté una carcajada y lo abrace mas, él también rio y eso me hizo sentir la mujer mas afortunada de la tierra.

Cuando la canción de Thriller de Michael Jackson comenzó a sonar todos nos pusimos en filas para hacer la famosa coreografía de zombis.

Entre risas y aplausos terminamos el performance y mi marido me tomo de la mano y me jalo hasta un rincón bastante alejado de los invitados.

Comenzó a besarme, a tocarme sobre el vestido y eso me encendió, yo lo imite, pasando mis manos por su traje y su cara. Respirábamos agitados con deseo de estar juntos en privado, solos.

—Nena, te deseo tanto. No puedo creer que lleve tantas horas duro nadamas de verte. Me quiero ir ya. Necesitamos irnos ya— sonreí ante su sinceridad, asentí y lo bese de manera cálida y lenta, eso fue lo peor ese beso no hizo mas que incrementar mi libido por él.

Tomados de la mano, regresamos al salón, listos para seguir con la fiesta.

Después de unos 40 minutos de estar bailando, todos los hombres gritan que ya es hora de quitar la liga, Ricardo asiente y lo veo caminar hasta donde estoy con varias personas, me toma la mano y me encamina hasta una silla que se encuentra en medio de la pista de baile.

No tengo idea de cómo demonios piensa quitarla ya que mi vestido es ceñido a mi cuerpo. Me invita a sentarme y lo hago, una canción bastante sensual comienza a sonar y el color rojo se apodera de mi cara. Ricardo se inclina hasta quedar cara frente a cara.

—Señora MacCaa ¿Sabe usted lo excitado que estoy con solo ver que se ruboriza? — en sus labios mi nuevo estatus social se oye de maravilla.

—Señor MacCaa ¿Hay algo de mi que no te haga ponerte duro? — el ríe en respuesta y se acerca mas.

—Señora MacCaa, usted es mi afrodisiaco favorito— y me da un pequeño beso en los labios. Los hombres ya están reunidos, chiflando que se de prisa por sacar la liga.

—La vas a tener para ti sola— oigo que dice alguien.

—Vamos hombre, apúrate— dice otro.

—Ya deja de meterle mano— me pongo colorada cuando oigo esas palabras. Ricardo se ríe y dice que ya esta listo para entregar la liga.

La melodía sigue su curso y lo veo hincarse ante mi, levanta mi falda y con una sonrisa súper sexy y cargada de mucho deseo, comienza a subir sus manos, pasando por mis tobillos, chamorros, rodillas y cuando se mano derecha da con la péquela prenda que tengo alrededor de mi muslo, su sonrisa se hace mas grande y desaparece dentro de la falda.

Siento un calor recorrer mi cuerpo, pero sobre todo tengo mucho deseo por él. Siento su boca darme pequeños besos en el muslo y antes de sujetar la prenda me da un mordisco que me hace dar un salto de asombro.

Mi marido sale de debajo de la falda triunfante, entre sus dientes tiene la liga y la toma entre sus manos, la observa y después a mi. Sonríe ante lo que ve, se inclina ante mí y me besa.

—Siento pena de entregar esta prenda que tiene tu esencia nena— me vuelve a besar y se coloca de espaldas a los hombres que ya están listos para recibir el premio. Los hace sufrir varias veces engañándolos, hasta que la lanza y veo que todos se abalanzan por ella.

Me ataco de la risa, al verlos pelearse por la liga. Ricardo se acerca a mí y me da la mano para levantarme. Lo abrazo fuertemente.

—¡Es mía! — oímos que alguien dice y ambos giramos para ver la triunfador. Pero cual es mi sorpresa al ver al doctor Rivas, el que atendió a Freesia en el hospital.

Desastre... A Mediano Plazo (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora