~Capítulo 22~

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¡Hola! Un nuevo capítulo ya está aquí, es un poco corto pero el siguiente ya está en proceso.

¡Disfruten!

*-*-*-*-*

Brutacio encendió el auto, Brutilda entró y se abrochó el cinturón. Se dirigían a la escuela, mientras una ligera llovizna se hacía presente, los limpia parabrisas ya estaban en marcha.

- Entonces, ¿hay alguna razón por la que quisiste irte caminando a casa ayer? – Preguntó ella mientras abandonaban la entrada de su casa. - Porque, hasta donde yo sé, podrías haber conducido como ahora, a menos que estar atrapado en la casa realmente te moleste tanto la cabeza y quisieras despejarte.

- Solo quería caminar. – murmuró el otro adolescente.

- O simplemente querías estar con Hiccup. –dijo Brutilda. Ambos guardaron silencio, mirando por la ventana la lluvia que caía lentamente. - Sabes, solo te lastimarás si sigues así, te das cuenta de eso, ¿verdad? Pero siendo un idiota como lo eres, probablemente ames el dolor.

Brutacio negó con la cabeza y dobló una esquina.

- No estoy haciendo nada que me lastime. Entiendo que no le gusto y estoy de acuerdo con eso. - Redujo la velocidad en una calle, sabiendo que Hiccup normalmente caminaba por ella para llegar a la escuela. - Mira, somos amigos y eso está bien para mí. Además, apuesto a que podría conseguir más chicos con los que salir de los que tú podrías en cualquier día. - Efectivamente, allí estaba Hiccup, caminando junto con Astrid.

El muchacho de ojos verdes saltó encima de un charco y Astrid le dio un golpe en el hombro. Brutacio se echó a reír, mientras continuaba conduciendo.

- Por favor, como si pudieras. Tengo chicos haciendo fila para salir conmigo. - Brutilda observó a los dos caminar, riendo levemente.

Brutacio rodó los ojos.

- Sí, después de que los sobornaras. -Trató de esquivar el puñetazo de la otra, pero le dio de lleno en el hombro. - ¡Oye! ¡No puedes golpear al conductor! - Gritó, frotándose el brazo, ahora palpitante. - ¿Qué pasa si nos estrellamos?

Brutilda sonrió, colocando sus pies encima del tablero.

- Entonces te veré en el infierno.

*-*-*-*-*

Hiccup estaba atrapado en un círculo de personas que no conocía. Esta era la forma de Mildew de hacer que aprendan sin que él tenga que enseñar.

El pequeño adolescente estaba en un grupo que consistía en, dos chicos que probablemente ni siquiera habían echado un vistazo a El guardián entre el centeno, y una chica que estaba demasiado preocupada en leer una nota que le estaba pasando su amiga del siguiente grupo.

*(Nota: El guardián entre el centeno, es una novela del escritor estadounidense J. D. Salinger. Al publicarse en 1951, en los Estados Unidos, la novela provocó numerosas controversias por su lenguaje provocador y por retratar sin tapujos los conflictos en la adolescencia, como el acoso y la sexualidad.) *

Mildew pasó a su lado, vigilándolos. Hiccup golpeó su lápiz contra su mesa.

- Así que, en el último capítulo el autor da su opinión acerca… - El chico de pecas se detuvo una vez que el hombre mayor fue a otro grupo. Suspirando se recostó cruzando sus brazos, sorprendido de sentir vibrar su teléfono. Asegurándose de que Mildew no regresara; sacó su celular, apoyándolo en su regazo.

Hiccy, ¿estás libre el viernes por la noche?

El estómago de Hiccup dio un vuelco por un momento, dándose cuenta de que era Jack quien le envió un mensaje de texto. No había estado hablando con Jack tan a menudo, descubriendo que probablemente se estaban separando más uno del otro como él pensaba.

Just a Two Strangers In A CrowdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora