4. Corazón de Cristal.

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En ocasiones, el Tiempo cambia su sentido. El orden de las cosas, a veces no es el establecido. Sólo hay algo realmente claro en esta vida; aquello que tiene que suceder, sucede. Más tarde o más temprano, en un orden desordenado, pero siempre, al final, sucede.

Llegamos a su casa en cuestión de pocos minutos y de lo primero que me percato, es de su cambio de dirección. Es cierto que nunca la llegué a visitar cuando éramos pequeñas, pero vivía muy cerca de la escuela, por lo que todos sabíamos exactamente dónde se encontraba la vivienda. El cambio de barrio me hizo pensar que ya no vive con sus padres. Algo bastante lógico, porque no creo que de ser así, me invitara tan tarde a su casa.

A medida que avanzamos por un largo pasillo, con algunas puertas blancas a ambos lados, me asalta una cuestión que hasta ahora no me había planteado; probablemente sea cierto que ya no vive con sus padres, pero a lo mejor comparte casa con alguien más. Alguna amiga, un simple compañero o compañera de piso, su novio... A lo mejor tiene novio. ¿Tendrá novio?

Suspiro.

No sé nada de su vida.

‒¿Y ese suspiro? ‒me pregunta.

─¿Hay alguien en tu casa? ─cuestiono, tratando de disimular mi preocupación, mientras llegamos a la última puerta del pasillo. La única que está de frente y no en un lateral del mismo ─Ya es bastante tarde y no quisiera molestar.

Ella me sonríe levemente e introduce la llave en la cerradura.

─No creo que a Mia le molestes. Suele ser bastante trasnochadora.

─¿Mia? Mi expresión de confusión debió ser bastante evidente. En realidad, creo que mi cerebro daba por hecho que debía vivir con su novio. O eso quería pensar. Así que, escuchar un nombre femenino, era lo último que esperaba.

Vuelve a sonreír y niega ligeramente con la cabeza, mientras termina de abrir la puerta. Enciende rápidamente el interruptor de la luz que se encuentra a su izquierda, y ambas terminemos de adentrarnos en el apartamento.

Antes si quiera de que pueda observar a mi alrededor, un pequeño gatito beige y blanco aparece de la nada, frotándose contra sus piernas mientras ronronea con el lomo ligeramente pronunciado. Ella, se inclina para agarrarlo y alzándolo se da la vuelta para acercarse a mí. El pequeño reposa sobre su pecho, mirando todo alrededor con los ojos muy abiertos. Es precioso.

─Mia, te presento a Luisita.

Sonrío y niego con la cabeza mientras me inclino ligeramente para quedar a la altura de la pequeña gatita, que me mira como si tuviera realmente claro, que yo soy Luisita y que Amelia nos acaba de presentar.

─Así que, ¿tú eres Mia? ─pregunto acariciando su cabecita, a lo que responde con un ronroneo. ─¿De dónde habrá sacado tu mamá ese nombre tan peculiar?

─Me lo dijo ella ─intervino Amelia con total seguridad, provocando que levantara la vista para mirarla con una ceja alzada. ­─Mira, ─alza a la gatita a la altura de su rostro ─¿Cómo te llamas?

La pequeña, a la que sólo se le ve la cabeza y las patitas delanteras colgar sobre las manos de Amelia, mira a su dueña como si se estuviera preguntando, que demonios pretende manteniéndola de esa forma en el aire, con lo cómoda que estaba ella en la seguridad de su pecho.

Yo continúo mirándolas a ambas con una ceja levantada, preguntándome algo muy parecido, hasta que la gatita, después de unos segundos, emite un agudo pero pequeño "Miau"

─¿Ves? ─pregunta Amelia, llevando al animal de nuevo hacia su pecho ─La primera vez que le pregunté cómo se llamaba, respondió lo mismo. Pero "Miau", me pareció un poco masculino. Así que, lo transformamos en Mía. ¿Verdad, pequeña? ­─vuelve a alzarla.

Caprichos Del Tiempo - Luimelia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora