5. La tormenta.

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Se adentra en la cocina no más de tres minutos y rápidamente vuelve con la botella. La verdad, es que con una simple copa ya comienzo a sentir los efectos del alcohol. Aunque técnicamente, sería la tercera, si tengo en cuenta las dos primeras que bebí en la fiesta. Creía que ese efecto ya debía haber pasado. Pero me parece que llevo demasiado tiempo sin beber.

─¿Quieres algo de comer? ─me pregunta dejando un plato de "papas chips" junto a la botella ─Traje esto porque me encanta la combinación de lo salado con el vino. Pero si tienes hambre, puedo prepararte algo.

─Está perfecto así ─le sonrío, siendo esta vez yo, la que sirve vino en ambas copas, mientras ella lleva una de esas papas de bolsa a su boca.

El sonido crujiente del alimento me incita a no poder evitar probarlas también. Tiene razón, la combinación de lo salado con el toque dulce del vino tinto, resulta deliciosa. Sin duda, la noche está resultando mucho más agradable de lo que jamás habría imaginado. Y cada minuto que paso junto a ella, me siento más y más relajada.

─Ahora sí, ─me agarra la mano, obligándome a descender para sentarnos sobre la alfombra, al mismo tiempo que intenta mantener el equilibrio para que la copa no se derrame. Tener que hacer lo mismo, me produce una sonrisa.

─Juguemos a; ¿qué serías, si fueras yo?

─Te inventaste ese juego en el camino hacia la cocina, ¿verdad?

─No te burles, que fui muy creativa con el nombre.

Me fue inevitable no reírme ante su expresión de seguridad y media sonrisa.

─Igual que cuando escogiste el de Mía ─me vuelvo a burlar.

Abre enormemente los ojos y la boca, fingiendo haberse ofendido y me da un pequeño golpe en el brazo, con el que sólo puedo sonreír.

─¿Qué sería si fueras tú? ─repito mirando al techo, como si la lámpara me fuera a dar la respuesta ─Uhm... ¡Ya sé! ‒vuelvo a mirarla ‒Creo que si mi cerebro fuera tan inteligente como para haberme dedicado a la medicina, seguramente me habría unido a "Médicos Sin Fronteras". ¿Qué mejor lugar para ser una heroína de la vida real?

Ella permanece en silencio y sus ojos se entornan ligeramente mientras me observa.

─Nunca lo había pensado.

─Que conste, que no te estoy incitando a irte de misionera por el mundo. Sólo digo, que es una buena forma de poner en práctica los poderes de súper heroína que ya tienes.

Sonríe. Y permanece observándome durante varios segundos, sin aparente intención de apartar la vista. Me gustaría saber, qué estará pensando.

─¿Y tú? ¿Qué serías, si fueras yo?

Por un momento parece querer encontrar la respuesta en la misma lámpara que yo, pero rápidamente vuelve a mirarme y espero con total curiosidad.

─Pues seguramente, mi cerebro inteligente, estudioso y también metódico y competitivo, me habría llevado a querer convertirme en la mejor artista del país y a que mis obras estuvieran expuestas en las mejores galerías. Por eso, doy gracias de que en este caso, seas tú la artista. ‒sonríe ‒Porque pinturas caras y de nombre, seguramente hayan muchas. Pero personalidades tan reales e inspiradoras como la tuya, escasean y hacen demasiada falta en el mundo. Así que, ahora que ya estamos entrando en confianza, voy a tomarme la libertad de asegurar, que la mujer que te rompió el corazón, es una completa imbécil.

Permanezco observándola en completo silencio por un momento, con una leve sonrisa de medio lado dibujada en mis labios. Ella me mira de la misma manera y estoy segura de que ambas, estamos sintiendo una gran curiosidad la una por la otra. Porque es uno de esos momentos, en los que miras tan intensamente a la persona que tienes enfrente, que pareces estar tratando de averiguar todo lo que hay dentro de su mente.

Caprichos Del Tiempo - Luimelia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora