9. No puedo sentir nada.

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Dos horas después, nos encontramos caminando en silencio por la última planta del centro comercial, con una situación y en mi caso, una sensación completamente distinta a la que tenía antes de ver semejante película. Llevo las manos refugiadas en los bolsillos de mi chamarra y el corazón absolutamente encogido. Ella sin embargo, tiene los brazos cruzados sobre su pecho y por la expresión del rostro, parece que su corazón se encuentra igual de oprimido que el mío. Hace demasiado tiempo que una película no me conmueve de tal manera. De hecho, creo que Titanic fue la última que logró ese efecto tan drástico en mí y de eso han pasado muchísimos años. Además, ahora es una sensación algo distinta, porque la historia de esta película, es real en su totalidad. No sólo es verídica la tragedia de aquella navidad del año 2004, sino que la historia de aquella familia, el milagro imposible que experimentaron, su sufrimiento, su desesperación y su esperanza, fueron reales. Y mientras más lo analizo, más se humedecen mis ojos mientras avanzamos en silencio. 

Giro la vista para buscar a Amelia y la encuentro con la mirada perdida en sus propios pasos, completamente ausente. 

─¿Estás bien? ─rompo el silencio, preocupada. Por fin parece regresar y alza la vista, haciendo que sus ojos me encuentren. ─Pareces muy afectada. 

─Tú también. 

Suspiro y dejo caer mis hombros. 

─No esperaba que la película estuviera tan bien hecha, dirigida e interpretada. Fue tan... real. Conocía la historia, pero ver todo lo que ocurrió, tal y como sucedió, da como... 

─Impotencia ─interrumpe. 

─Exacto ‒vuelvo a suspirar, ‒impotencia. 

─Tantas necesidades y tan poca ayuda disponible. En el 2004, ni siquiera pensaba en estudiar medicina. En el 2004, tú y yo íbamos al mismo instituto y ya ni siquiera nos hablábamos. Mientras ocurría eso, mientras esos miles de personas sufrían los estragos de un Tsunami, perdían sus casas, a sus familias, etc., el resto del mundo celebrábamos tranquilamente la navidad, ajenos a la importancia real de su tragedia. Lo vimos en las noticias, sí. Pero ¿éramos realmente conscientes de lo que estaba sucediendo?

─No lo creo, ‒negué ‒Nunca asimilas realmente la magnitud de las cosas, hasta que te suceden a ti o muy cerca de ti. O hasta que alguien hace una película o escribe un libro tan real, que consigue meterte por completo en la piel de los personajes.

Ella asiente y vuelve su vista al suelo, perdiéndose por un momento en algún lugar al que no tengo acceso. En mi corazón se forma una sensación muy extraña, una opresión un poco mayor a la que me produjo el efecto de la película. Lo cierto, es que no me gusta verla así de afectada, pero al mismo tiempo, me encuentro incapaz de decir algo que la consuele. No sé... no sé qué es exactamente lo que más le afecta. Y no recuerdo cómo se hace, cómo se consuela. 

─Si ocurriera eso ahora, ‒susurra volviendo a alzar la vista para enfrentarme, dejándome ver un atisbo de emoción en sus ojos ‒no dudaría ni un minuto en subirme a un avión para ayudarlos. Los hospitales estaban desbordados, ¿lo viste? 

Una leve sonrisa se escapa de mis labios sin que pueda controlarla. Ella frunce ligeramente el ceño, como si se estuviera preguntando qué demonios me hace tanta gracia, y estoy segura de que incluso llega a pensar que soy más insensible de lo que creía. Pero no, no es gracia lo que me provoca, sino admiración. 

─Estoy segura de que lo harías ‒aseguro, creando un silencio en el que ella no aparta la mirada, cómo si tratara de descifrarme. Incluso a mí, me cuesta descifrarme a veces ‒Pero oye, no me gusta verte así. Vinimos al cine a pasarlo bien, no a que te deprimieras. Así que, voy a tener que buscar una solución. 

Caprichos Del Tiempo - Luimelia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora